Delegar tareas es uno de los mayores desafíos que enfrentan aquellas personas que lideran un equipo de trabajo. Muchas de ellas, solamente se enfocan en tomar el control de las cosas para no perder los detalles, y que todo se haga a su manera. Pero, la realidad es que con este comportamiento terminan sufriendo en soledad las decepciones y frustraciones, que provoca el hecho de no alcanzar los objetivos de la empresa.


Para evitar que esto te pase, tu relación con el equipo de trabajo debe basarse en dos aspectos: confianza y claridad. En la primera, es necesario contar y crear con un marco apropiado con las demás personas, para saber que podrán encarar las acciones necesarias de acuerdo a los objetivos planteados. La confianza se gana, se construye a base de hechos.


La claridad también es determinante al delegar, porque cualquier comunicación confusa genera un resultado igual, en forma proporcional. Esto significa que, si hay aspectos en quien delega que son débiles y mal definidos, es muy poco probable que se alcance el objetivo. Trabajar sobre las habilidades de comunicación es tan importante como la propia gestión; y, no hay buenos líderes sin excelente comunicación.


Con este método de tres pasos aprenderás a lograrlo:


1- Define los objetivos


En primer lugar, debes definir claramente los objetivos que deseas alcanzar. La mayoría del tiempo los líderes dan órdenes para que se hagan determinadas tareas, sin fijarse objetivos medibles y posibles de cumplir en el tiempo asignado. Si tienes claridad en este aspecto, has avanzado un cincuenta por ciento hacia el éxito.


2- Ten un propósito


La siguiente etapa consiste en explicar el propósito. Algo tan sencillo como esto, significa detallar por qué es importante lo que estás delegando. Convoca a las personas apropiadas, tome el tiempo necesario para ofrecer la información necesaria para desarrollar las tareas. Aquí, como en la vida, el propósito es lo que le da sentido a lo que hacemos. Por lo tanto, una delegación sin propósito es como vivir sin rumbo.


3- Establece un metódo de seguimiento


Fijando dos o tres etapas intermedias, de acuerdo a la forma en que ambas partes supervisarán la ejecución de las tareas. Luego, deja el proceso sin interferencias. Es muy probable que te sorprenda con caminos alternativos que, descubren los colaboradores y que a ti no te habían ocurrido. El seguimiento tiene un doble propósito: ir ganando confianza de ambas partes, y, a su vez, poder sugerir correcciones y mejoras, antes del momento final. De esta forma, evitarás las sorpresas.


preguntas


Este es el momento de hacer tres preguntas clave que serán la llave para asegurarse que todos te han comprendido, y luego no habrá excusas: ¿Puedes ver claramente el propósito de lo que necesitamos lograr? ¿Hay alguna pregunta que deba responder sobre este tema? ¿De qué forma puedo apoyar en el proceso? Se trata de tres preguntas sencillas, que, formuladas en ese orden, evitarán muchos disgustos a último momento.


Si se practica lo suficiente y con las personas apropiadas, podrás descubrir un nuevo rasgo que tenías dormido. Y como de esto se trata, es hora de despertar el líder que todos tenemos dentro. Solo que muchas veces por costumbre, ego o falta de confianza, no dejamos que brille.


Actualidad Laboral / Con información de Entrepreneur