17-04-2017
Una larga lista de manejos irregulares crece desde que el presidente Nicolás Maduro ordenó la reestructuración de Abastos Bicentenario el 17 de febrero de 2016. Despidos masivos, incumplimiento de la contratación colectiva, corrupción y amedrentamiento al personal son solo algunos de los episodios denunciados por los trabajadores.

“Con la empresa privada estábamos mejor”, reconoce Jorge Luis Lastra, secretario general del Sindicato de Trabajadores Unidos del Comercio (Sintruco) de Abastos Bicentenario, quien en conversación con El Estímulo denunció las actuaciones de la gerencia que asumió tras la reestructuración de la cadena de supermercados.

Indicó que apoyó la expropiación de la empresa (antes Cadena Éxito, de capitales transnacionales y nacionales) en enero de 2010, pero que en los últimos años se perdió el sentido de haber nacionalizado la cadena.

“Cuando el dueño era privado podíamos ir a las instancias oficiales a hacer valer nuestros derechos laborales, ahora el Estado es el propietario y no atiende nuestros reclamos”, señala Lastra, quien fue despedido en mayo de 2016, por protestar y declarar a medios televisivos para denunciar estos problemas.

De hecho, al personal le tienen prohibido reunirse con los dirigentes sindicales cuando visitan algunas de las tiendas que están afiliadas a cualquiera de los 13 sindicatos.

De acuerdo con Lastra, al menos 4.500 empleados han sido despedidos -muchos de ellos aún no cobran su liquidación- sin que se les haya respetado el fuero sindical, vacaciones, reposos por enfermedad o permisos por maternidad.

Para quienes permanecen en sus puestos de trabajo la situación no es mejor que la de los que ya están fuera. Los aumentos de salario mínimo los pagan con retraso y cuando lo hacen no reconocen el retroactivo, dice Lastra, quien asegura que “todo lo que hace la directiva va en contra de la Ley Orgánica del Trabajo”.

La empresa ha llegado a tal punto que no entrega recibos de pago al personal alegando falta de papel para poder imprimirlos.

La mayor decepción llegó en diciembre, cuando a los trabajadores les dieron casi la misma cantidad de dinero correspondiente a las utilidades que el año anterior.

Lastra se queja de que los empleados no reciben los mismos beneficios que los trabajadores del Ministerio de Alimentación, a pesar de ser un ente adscrito. Y es que hasta el mercado obrero, una figura establecida en el contrato colectivo, no entrega la misma cantidad de productos y tampoco lo hacen cada 15 días, sino cada mes y medio.

En general, los beneficios han sido desmejorados. El plan vacacional para los niños fue eliminado y en su lugar la empresa entrega un bono por 20 mil bolívares.

La historia sin fin

Desde 2015, cuando la escasez de bienes de la cesta básica escaló niveles nunca antes vistos, los trabajadores comenzaron a padecer las enormes colas de compradores, horas extra y órdenes militares.

Los reclamos de los sindicatos al gobierno buscaban garantizar la integridad física del personal, tras los varios saqueos y arremetidas de turbas que se sucedieron en las instalaciones de Abastos Bicentenario. Además se han quejado por el mal estado de la infraestructura y en algunos casos de los alimentos.

Varias fueron las denuncias, pero muy pocas las respuestas.

Hace apenas cuatro meses, en diciembre, se perdieron dos toneladas de carne porque la red de frío estaba dañada, asegura el dirigente de Sintruco. El trabajador que informó tal situación al sindicato fue despedido.

En febrero de 2016, tras el anuncio de la reestructuración, Maduro había puesto en marcha el operativo “ataque al gorgojo”, que tras la detención de 55 personas para esa fecha, buscaba acabar con la corrupción descubierta en la cadena con el desvío de productos subsidiados. A más de un año, se desconoce qué pasó con la mayoría de los responsables.

Con la designación en la presidencia de Abastos Bicentenario de José de Freites Jardim, un teniente coronel que se desempeñaba como presidente del Banco Industrial de Venezuela, la situación no mejoró.

“La gerencia se militarizó”, dice, y desde entonces se crearon más cargos de dirección en la sede central que están en manos de militares, mientras se despedía al personal obrero.

Lo peor es la persecución que se ha desatado en el caso de algunos trabajadores, como el del propio Lastra, que en menos de un año fue trasladado en tres ocasiones al Servicio Bolivariano de Inteligencia para tomarle declaraciones.

A los empleados no se les permite usar el teléfono celular en las instalaciones, así como las computadoras para evitar que envíen material sobre el estado de las tiendas que, de acuerdo a Lastra, ya no venden al público productos regulados.

En algunos recorridos de El Estímulo durante el primer semestre de 2016 por varios Abastos Bicentenario, ya eran evidentes las neveras y anaqueles totalmente vacíos, con uno que otro producto importado. Desde entonces la crisis ha arreciado.

La actividad sindical en la cadena de comercialización ha sido disminuida por el gobierno, a pesar de que Maduro se hace llamar el presidente obrero. Sintruco y los otros 12 sindicatos de Abastos Bicentenario existentes, continúan gestiones ante distintas instancias del gobierno. En el mejor de los casos en la Inspectoría del Trabajo la respuesta ha sido que tienen órdenes de no recibir a nadie de Abastos Bicentenario.

Son siete convenciones colectivas y están todas vencidas, destaca Lastra.

Como en cualquier cuartel, ahora a los trabajadores de Abastos Bicentenario se les obliga a marchar -en apoyo al presidente Maduro- y a cantar el himno nacional todas las mañanas antes de iniciar labores.

“Fuimos protagonistas de novela y ahora somos escoria”, lamenta el dirigente sindical.

Actualidad Laboral / El Estímulo / Por Andrea Ballesteros