Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), esta pandemia representa la "mayor amenaza a la economía global desde la crisis financiera de 2008" y estima que podría crecer a su ritmo más bajo desde 2009 debido al brote.


Y basta con revisar un par de números para entender el dramático pronóstico de la OCDE.


En los primeros dos meses del 2020, la producción industrial cayó un 13,5% interanual, la primera contracción desde enero de 1990.


Además, las ventas al por menor descendieron un 20,5% interanual, el mayor derrumbe desde que se tienen registros. Y, por si eso fuera poco, la inversión en activos fijos se redujo un 24,5% interanual, otro récord a la baja.


Los coletazos de este estancamiento global están siendo especialmente duros para quienes se dedican al sector de los servicios, a rubros como la hotelería y el turismo, y a la industria del entretenimiento.


Para prevenir contagios, muchos eventos están siendo cancelados. Y, por ende, las cientos de personas que están detrás de ellos, se han quedado sin trabajo.


Desde el comienzo de la crisis sanitaria por el covid-19, los economistas han alertado que la pandemia afectaría a ambos lados de la economía, tanto la cadena de suministro como la demanda.


El suministro de bienes y servicios se ve afectado porque las fábricas y las oficinas cierran y, como resultado, la producción cae. Al mismo tiempo, la demanda también lo hace porque los consumidores se quedan en sus casas y dejan de gastar.


Y en el sector doméstico, ante el temor de una propagación del virus, muchas personas han decidido pedirles a sus trabajadores que no acudan más a sus casas.


Mientras que en los sitios públicos, el personal de limpieza se ha vuelto aún más preciado, quienes se dedican a limpiar los hogares de otros por días están teniendo problemas.


A pesar de esta catástrofe económica, muchos de los afectados están intentando tomarse las cosas con calma.


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