La expresión "30 trabajos en un año" nos evoca irremediablemente lamentaciones sobre temporalidad y precariedad, pero para la alemana Jannike Stöhr es la puerta hacia un sueño. A sus 28 años ha abandonado un empleo fijo nada menos que en Volkswagen para lanzarse a probar muchos otros, hasta encontrar uno en el que realmente se sienta realizada.

Hasta ahora ha probado como ayudante en un Kindergarten, productora de televisión, vendedora, apicultora y guía turística en Münster, puestos que no requieren una formación específica, y quiere seguir probando como jardinera, agricultora orgánica, carpintera, librera, e incluso querría atreverse como policía, arquitecta, fotógrafa y enóloga. Calcula que después de haber probado unas 30 ocupaciones podrá decidirse finalmente por la definitiva y se da de plazo un año para la búsqueda.

Su trayectoria personal hasta ahora era de lo más convencional. Tras aprobar la secundaria, obtuvo una plaza de formación dual en Volkswagen y se tituló como técnico de ventas. Después compaginó su empleo con los estudios universitarios de Economía. Su departamento la envió a China en tareas de gestión de personal y de vuelta mejoró su situación en la empresa. "Siempre estuve centrada en mi trabajo y en realidad las cosas me iban bien", reconoce a la revista 'Der Spiegel', "sólo que no era feliz". Decidió que quería poner fin a su apatía laboral después de unas vacaciones que dedicó a hacer el Camino de Santiago.

No es una persona especialmente religiosa y lo recorrió haciendo el propósito de apartarse de una vida consumista en la que solo encontraba vacío, de forma que no compró nada desde Roncesvalles hasta la Costa da Morte que no fueran alimentos. De vuelta en casa, se puso en manos de un orientador laboral profesional y realizó unos test que dieron como resultado que la profesión perfecta para ella sería "directora de una fundación", pero entre que no abundan las vacantes en ese sector y que no se atrevía a dar el paso, le llevó varios meses decidirse.

Durante la etapa de las dudas, recuerda también haber leído un libro de autoayuda titulado 'Cómo encontrar el trabajo perfecto para cada uno. Pequeña filosofía del arte de vivir', escrito por Roman Krznaric, uno de los fundadores de la London School of Life. Fue de ahí de dónde sacó la idea de probar 30 empleos en un año y el impulso que le faltaba para lanzarse a la aventura.

"Sentía que la vida pasaba delante de mí y quería cambiarla, pero no daba el paso", recuerda. Ahora que ha iniciado su búsqueda, se sorprende a sí misma al mencionar sus vacilaciones. "No sé a qué le tenía tanto miedo, la verdad", comenta.

Desde entonces no ha parado de dar tumbos por toda Alemania. Trabajó primero en un Kindergarten de Lehrte, un pueblecito de Baja Sajonia. Después en Hannover y en Lübeck. Un mes después como asesora de personal en Múnich y como apicultora en Badbergen. Para ahorrar en gastos, cerró su casa y comparte habitaciones alquiladas. Reconoce que ha perdido buena parte de su intimidad. Alguna semana que no ha trabajado la ha pasado en la habitación de huéspedes de sus padres.

Buena parte de los trabajos que ha aceptado hasta ahora eran a modo de prueba y sin remuneración, por lo que va tirando de las reservas y no puede permitirse ni medio dispendio. Pero en lugar de sentirse agobiada asegura que su sensación es la de haberse liberado. "Me siento, sencillamente, feliz", dice.

"Cada semana se me ocurre una idea nueva de un trabajo que debería probar", confiesa, "cualquier cosa es posible y durante la búsqueda aspiro conocer a personas verdaderamente apasionadas por su trabajo". Un primer año lo dedicará a probar y los dos siguientes a formarse en la profesión elegida.

Para entonces habrá cumplido los 30. "No me preocupa, la vida no es una carrera y no tengo que llegar a ninguna parte antes que nadie". En su ficha de LinkedIn, como ocupación actual figura: "Buscando el trabajo de mis sueños".

Actualidad Laboral / Con información de El Mundo España

Fotografía de El Mundo España