Seguro que a lo largo de tu trayectoria profesional has tenido jefes que recuerdas con cariño y que muy posiblemente, con el paso del tiempo, se hayan convertido en amigos. Esos jefes que actuaron y actúan como líderes reales, implicándose en el trabajo, escuchando al equipo y empatizando con todos los trabajadores; pero, también habrás tenido jefes que nada más escuchar su nombre te pones a temblar. A esos es a los que denominamos ‘antilíderes’.


Esos jefes incómodos que no se preocupan ni de aprenderse tu nombre, ni cómo estás sacando a flote su empresa, ni cómo es tu manera de trabajar sino que, solo se preocupan de colgarse medallas que pertenecen al equipo de trabajo. Esos son los antilíderes y estas son sus características:


1- Competidor en exceso


Un antilíder es esa persona que, a pesar de tener un rango más alto en la empresa que la gran mayoría, no deja que nadie brille más que él, ni muestre más conocimiento sobre un tema que él, ni que le haga sombra; es decir, siente la necesidad de competir por todo y con todos, lo que deriva en asumir méritos que no son suyos.


2- No sabe trabajar en equipo


No sabe trabajar con el equipo, sino que pretende que el equipo trabaje para él. Un antilíder es una persona con ápices de soberbia y tiranía por los que, siempre se va a sentir superior a los simples trabajadores y así se lo va a hacer saber siempre que tenga la ocasión.


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3- Actúa sin aprobación


Como buen antilíder, ni le interesa la opinión del resto del equipo, ni está dispuesto a preguntarla; simplemente actúa, hace y deshace sin consultar a nadie aunque sus decisiones afecten a los demás.


4- Incomoda al equipo


Esta persona disfruta utilizando su autoridad para incomodar al resto de trabajadores. En contraposición con un líder, que siempre intenta hacer sentir a todos los trabajadores como una parte fundamental de la empresa y tratarles de igual a igual; el antilíder marca las distancias y las diferencias de rangos.


5- Abusa con su poder


El antilíder busca por encima de todo sumarse logros, cueste lo que cueste. Y si para ello tiene que explotar a los trabajadores, lo hará, y si tiene que reducir sus sueldos, lo hará, y si tiene que empeorar las condiciones de los trabajadores, también lo hará. El antilíder cree que su ansia de poder le permite todo.



Actualidad Laboral / Con información de Forbes España