Mantener un equipo no consiste sólo en dar órdenes a los empleados y asegurarse de que nada se salga del guión establecido. A los empleados, además, hay que cuidarlos. No puedes contratar a alguien y olvidarte de él, tratarlo como una pieza más del engranaje y como un medio para conseguir tus objetivos. A los empleados hay que apoyarlos, tener en cuenta sus opiniones y ayudarlos a crecer, entre otras cosas. A continuación te contamos cómo potenciar su talento y sus ganas de trabajar.

Darles límites generosos. Al contrario de la extendida creencia popular de que los límites deben estar bien marcados, los límites flexibles y generosos mejoran el comportamiento de los empleados. ¿Presión? Sí, pero la justa.

Escucharles con atención. Muchos jefes pretenden que los empleados les digan sólo lo que quieren oír y eso no sirve para nada. Es mucho más sabio por su parte escuchar la verdad y adaptarse a ella. Especialmente cuando la verdad no incluye buenas noticias.

Creer en ellos. Los buenos jefes saben sacar el máximo rendimiento de sus empleados. No esperan formar un equipo de estrellas, sino que observan en qué es bueno cada uno y le dan funciones adaptadas a su talento. Los apoyan, los forman y fomentan el espíritu de superación.

Perdonarles los errores. Si un equipo no comete errores, es que no está avanzando. Cuando se crea una cultura del miedo a fallar, las cosas no avanzan. ¿Por qué? Pues sencillamente porque si cada error se castiga, ningún empleado se atreverá a probar nuevos métodos. El prueba y error es imposible con esa cultura del castigo.

Darles oportunidades de crecimiento. Si los empleados no tienen espacio y oportunidades para crecer, se acabarán yendo de la empresa o la empresa se quedará estancada y obsoleta. Que los empleados aprendan y mejoren es positivo para ambas partes.

Enfocarse en el esfuerzo en lugar de en el talento. A largo plazo, el esfuerzo es más rentable que el talento, porque alguien con talento puede limitarse a hacer lo que sabe y no complicare, sin embargo, alguien que, además, se esfuerza, puede aprender a ser mejor en más áreas. Y eso, hay que reconocerlo.

Plantearles retos y preguntas. Si un jefe sólo se dedica a dar órdenes sin dialogar con sus empleados, rara vez conseguirá motivarlos y saber realmente lo que opinan. Es mejor observar, lanzar retos o preguntas y esperar a que los empleados las respondan y superen.

Ganarse su confianza y lealtad. Para ello no hay nada tan efectivo como estar ahí en las buenas y en las malas. Si te preocupas por tus empleados, posiblemente ellos se preocupen de mantenerse leales cuando las cosas no vayan bien.

Darles tiempo. Las prisas no son buenas. Cuando no quede más remedio, se puede meter prisa, pero los empleados no trabajan bien si están constantemente bajo presión y estresados. Además, hay que tener en cuenta que necesitan tiempo para vivir, no hay que abusar de su buena voluntad y de las horas extra.

Celebrar sus logros. Aunque el jefe sea el más inteligente y el mejor de la empresa, no debe abusar de su ego. Los empleados también necesitan ser reconocidos y que alguien les diga que lo está haciendo bien cuando así es. Si los empleados se sienten queridos, devolverán la gratitud en forma de trabajo bien hecho.

Actualidad Laboral / Con información de Forbes