Después de interminables meses de suspenso el Gobierno pone en funcionamiento el “nuevo” mecanismo cambiario para, como es su costumbre, someternos a un mundo de fantasía y magia propias de cuentos juveniles, como el que creara hace 70 años el escritor anglo-irlandés C.S. Lewis.

El problema es que en la vida real las fantasías mágicas tienden a estrellarse ante la inevitable realidad de las leyes de la economía y de la oferta y demanda. En este caso la fantasía está dada por la pretensión de crear lo que es “casi” un sistema de flotación de bandas, que “casi” alcanza el nivel que los agentes económicos pudieran considerar una tasa de equilibrio y que es “casi” lo suficientemente libre como para que los oferentes de dólares no oficiales acudan a transar en él.

El sistema no es de bandas porque el BCV, quien las establece a priori sin tomar en cuenta a los potenciales oferentes, se reserva el derecho de dejar las subastas desiertas o, peor, decidir, en lo que eufemísticamente llaman una segunda subasta, a quien y en que montos le asignan dólares. El sistema, si bien arranca con una macro devaluación substancial, sigue comenzando a un nivel que es casi una tercera parte de lo que es el actual cambio libre lo cual, aunado a la imparable y alocada emisión monetaria, hace poco o nada para quebrar las expectativas de mayor devaluación. Y las posibilidades de que haya un tropel de agentes económicos no gubernamentales ofreciendo divisas son remotas, cuando toda la reglamentación está concentrada en controlar la compra dólares sin incentivar la venta de los mismos.

En el fondo lo que se está tratando de hacer es dar una apariencia de mercado libre en el contexto de un control férreo. Si te atreves a traer dólares hazlo, pero a una cuenta en un banco del Gobierno en la cual si mantienes saldos mucho mayores que cero habrás dado incentivo para que te los congelen. Por ese motivo los invito a hacer un ejercicio mental de encuestador: según reportes de prensa en la primera subasta participaron 46,741 personas naturales y 6,277 jurídicas ¿Qué porcentaje de ellas creen ustedes que lo hicieron para ser vendedores netos en vez de compradores de dólares?

Me sorprendería si los vendedores exceden el 1% de los inscritos. Siendo eso así, es altamente improbable que el sistema se mantenga. Porque lo que hay no es un sistema de subasta sino una forma de racionar un bien escaso: las divisas que le entran al Gobierno del monopolio que tiene sobre las exportaciones, y porque la cuenta de capital está limitada a las salidas por servicio de deuda pública, porque entradas de capital con este sistema, ni hay ni va a haber. Si observamos los flujos de divisas en ambas direcciones en el concierto de los países modernos, al cual hemos dejado de pertenecer, los bancos centrales intervienen muy poco en la compra-venta de divisas, y cuando lo hacen es para mantener un equilibrio en las tasas de cambio o niveles de liquidez.

Es como si el Gobierno hubiera decidido respetar la Ley de la Gravedad, pero solo en lo que aquella no colide con las cosas que él necesita para mantener un control absoluto sobre vidas y haciendas. En consecuencia establece excepciones fantasiosas a esa Ley del Universo. El resultado es que la población está sufriendo, y continuará sufriendo, todos los efectos perversos de un ajuste económico, sin que haya posibilidad de que en un futuro cercano pueda cosechar algún beneficio producto de su implementación.

Mientras quienes manejan la economía no entiendan que sin libre convertibilidad de la moneda, no hay forma de que la economía deje de seguir encogiéndose, no habrá solución. Claro, que eso requiere acciones complementarias como dejar de imprimir dinero y equilibrar lo que gasta con lo que entra por vía de impuesto. Pero mientras tanto, el Gobierno mantendrá al país en el invierno eterno en que lo tenían sumido las fuerzas del mal del Reino Mágico de Narnia.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

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@aconcheso