La promoción del “trabajo decente” ha estado en el corazón de la agenda de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) durante los 100 años del mandato de la Organización. Pero, no fue sino hasta principios de este siglo que el término, ahora ampliamente utilizado, fue acuñado en el marco de una ambiciosa agenda. “El trabajo decente es una reivindicación mundial con la que están confrontados los dirigentes políticos y empresariales de todo el mundo. Nuestro futuro depende, en gran parte, de cómo hagamos frente a ese desafío”, escribió el entonces Director General, Juan Somavia, en su informe a la Conferencia Internacional del Trabajo de 1999.


El trabajo decente no se trata solo de encontrar un empleo. Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias. Está en la raíz de la cohesión social, donde hay escasez de trabajo decente, también hay pobreza, desigualdad, tensión social y conflictos sociales. El trabajo que atrapa a las personas en esclavitud o pobreza o las expone a peligros, discriminación o inseguridad, no permite que los individuos – ni las economías de las cuales forman parte – avancen y desarrollen su potencial. El concepto ha obtenido una amplia aceptación internacional y fue incorporado en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, con el Objetivo 8 que insta a promover “un crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo pleno y el trabajo decente para todos”.


El Programa de Trabajo Decente fue definido por primera vez, en el informe de la OIT de 1999 y fue adoptado formalmente en 2008, como parte de la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa. El Programa pone de manifiesto que el trabajo decente es la base de sociedades productivas, justas e inclusivas. Se concentra en cuatro objetivos estratégicos: el empleo, la protección social, el diálogo social y los derechos en el trabajo, que han demostrado una y otra vez ser indispensables para alcanzar el crecimiento inclusivo y la paz social.


La OIT –con su estructura tripartita que reúne a representantes de gobiernos, trabajadores y empleadores– ocupa una posición ideal para promover el Programa y ayuda activamente a sus Estados miembros; esto, a través de sus Programas de Trabajo Decente por País (PTDP), a incorporar el trabajo decente como un elemento clave de sus estrategias de desarrollo nacionales. Durante 2016-2017, la acción de la OIT contribuyó a alcanzar logros significativos en 131 países, donde los gobiernos, las organizaciones de empleadores y de trabajadores desarrollaron estrategias en materia de trabajo decente y fortalecieron su capacidad institucional y sus conocimientos para promover el empleo, la protección social, el diálogo social y los derechos y principios fundamentales en el trabajo.


Incluso, cuando intentamos comprender y responder de manera eficaz a un mundo de trabajo en rápida transformación, el principio de Trabajo Decente para Todos sigue estando al frente de los esfuerzos de la OIT, mientras la Organización se acerca a su segundo siglo de lucha a favor de la justicia social.



Actualidad Laboral / Con información de la OIT