En Venezuela el Banco Central no publica las cifras de inflación desde diciembre de 2014 por lo que en este artículo recurriremos a otras fuentes para ilustrar el desastre de nuestra economía. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional la economía venezolana sufrirá en el 2015 un decrecimiento de 7%. La firma Ecoanalítica señala que la inflación para el 2015 será de 130% con un subyacente por el orden de 150%. Los expertos más relevantes en materia económica del país hablan de la posibilidad cierta de que en Venezuela pueda ocurrir una hiperinflación. Las reservas internacionales han llegado a los niveles de 1997 y la producción petrolera fue de 2,77 millones de barriles diarios (sigue en descenso).

El Gobierno Nacional ha venido atacando la inflación mediante la generación de dinero inorgánico. Es decir, imprimiendo dinero que no tiene respaldo real en la economía. Con esa política el gobierno lo que hace es estimular la inflación cada vez más.

Como consecuencia del modelo económico socialista/comunista, el gobierno ha logrado prácticamente destruir el aparato productivo del país.

Miles de empresas han desaparecido en todos y cada uno de los sectores industriales y las que aun quedan abiertas han mermado su producción en más de un ochenta por ciento (80%). En el sector comercial, la situación es aun peor.

Los comercios no tienen productos que vender, ya sea porque el productor local ya no existe o porque es imposible importar debido a la imposibilidad de acceder a dólares preferenciales o fijar precios que permitan la reposición de productos a precios de un dólar "disparado al infinito" y, a su vez cumplir con la Ley de Precios Justos.

Como consecuencia de la crisis que aqueja a los sectores primario y secundario de la economía, el sector servicios está literalmente "boqueando" y dando sus últimos suspiros. Lo que antes eran robustas empresas de servicios, ahora son pequeñas empresitas que luchan por no desaparecer.

Al final, el que mas sufre, es el de siempre, el venezolano de a pie y de buena voluntad que se levanta temprano para desempeñar su actividad honesta, sea esta la que sea. Cada vez ese venezolano tiene más trabas para resolver sus problemas, cada vez lo que gana le alcanza para menos y cada vez se ve a los venezolanos más angustiados y preocupados.

El otro día hice un ejercicio mental con un amigo imaginario de esos que se tienen cuando uno es chamo. En el ejercicio me inventé un amigo que era experto en economía y que vivía en Alemania (su nombre era Jurgen Fruzz). En el ejercicio, me imaginaba escribiéndole un correo electrónico a Jurgen, haciéndole llegar un resumen de los indicadores económicos de Venezuela. En el correo no le digo que las cifras son de Venezuela.

En mi ejercicio, la primera respuesta que me da Jurgen cuando empieza a analizar los números, es precisamente una pregunta... Jurgen me escribe en su español rudimentario, ¿"Amigo Juan Carlos, poder decir a mi la fecha en que ocurrió el terremoto, sunami o huracán en ese país que lo arrasó por completo"? Mi respuesta, después de reír entre llanto, fue "Querido Jurgen la fecha fue 1998 y el fenómeno que arrasó con ese país se llama Socialismo/Comunismo del Siglo XXI".

Jurgen responde rápidamente, y me dice: "Y cuanta tiempo lleva ese terremoto, sunami, o huracán, que mala suerte tiene ese país, porque le ha dado muy duro y no lo deja salir adelante."

Mi respuesta: "dieciséis años y contando..." y Jurgen, me responde... "Que Dios los ampare"...

De vuelta a la realidad, me doy cuenta con este ejercicio de que nuestros problemas no son producto de una fuerza mayor o natural que no podemos impedir o evitar. Nuestros problemas no los causó un terremoto, huracán o sunami.

Nuestros problemas por el contrario, son la consecuencia de una posición ideológica atrasada y equivocada, que nosotros podemos cambiar con el uso de nuestra voluntad y perseverancia. La solución a todos los problemas de Venezuela está a nuestro alcance, solo tenemos que organizarnos y hacer que se respete nuestra voluntad. De cada uno depende que Venezuela salga del atraso y la penuria. Si no, como dice Jurgen, que Dios nos ampare.

Juan Carlos Varela / Abogado

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