Las recientes cifras publicadas por el Banco Central de Venezuela (BCV), luego de un año completo de silencio sepulcral sobre los indicadores fundamentales que atañen a la vida económica de los ciudadanos, nos han dejado con un sabor bastante amargo.

No es que cualquier venezolano haya ignorado durante todo un año lo que el BCV no ha terminado de decir realmente, la realidad es visible para cualquiera. El mal sabor nos lo ha dejado que luego de más de un centenar de intentos por relanzar planes sobradamente fallidos y la víspera en que se dan a conocer estos indicadores (todavía sesgados), el gobierno nuevamente pretenda reservarse la agenda legislativa en materia económica bajo la excusa de un Decreto de Emergencia Económica (DEE). Es doloroso que aun la voluntad popular pretenda ser mancillada creyendo nuevamente en una ingenuidad que el venezolano ha perdido.

Las consideraciones constitucionales sobre el DEE han sido sobrada materia de escritos de muchos colegas especialistas, yo solamente pretendo con las ideas que voy a desarrollar de seguidas, apoyar la posición de un factor que me es antagónico en mi práctica profesional pero con el que no me da miedo coincidir cuando moral o legalmente corresponde hacerlo (como muchos sindicalistas que han lidiado conmigo pueden afirmar).

Hemos visto con beneplácito que un sector sindical se haya pronunciado contra el Decreto de Emergencia Económica, siendo enfáticos en algunas ideas que voy a desarrollar para coincidir con ellos en la conclusión, pero seguramente por diferentes motivos:

El DEE no resuelve las distorsiones económicas en el país. Son tantos los nudos que han sido creados artificiosamente por el modelo económico impuesto por el gobierno, que cualquiera se vería tentado a decir que el favorecimiento de las importaciones sobre la producción nacional solo ha favorecido a quienes se han robado los dólares que se suponían crearían bienestar. Un dólar invertido en Venezuela rinde 10 veces más que un dólar mal usado en expropiar, pero no han bastado 16 años para darse cuenta de esto. Aun así, el DEE disfraza futuras confiscaciones y ratifica que habrá más controles, creando en consecuencia más nudos. Nadie ha salido hasta ahora del fango echándose más lodo encima.

El DEE es engañoso. El primer engaño es hacia sí mismos, pues no somos estúpidos aunque lo parezcamos. Durante los últimos 12 años se ha hecho énfasis en los controles. Se controla actualmente el tipo de cambio, el ingreso y egreso de mercancías a los puertos; se controla la producción de rubros esenciales de la cesta básica, las ganancias de las empresas. El Estado expropió torrefactoras de café, procesadoras de alimentos, bebidas, papel, cementos, industrias mineras y se apropió de más del 80% del aparato productivo por vía directa (expropiaciones) o por vía indirecta (controles). Por ello, es engañoso pensar que con todo este poder en manos del ejecutivo y sus empresas filiales, habría que darles un poquitín más de poder. Neutralizar la voluntad popular mediante un mecanismo innecesario bajo el actual esquema económico es, sin dudas, engañoso.

La verdadera emergencia económica la viven los trabajadores con sus salarios. Asalariados, pensionados, no dependientes, bachaqueros y afines (venezolanos todos como decían quienes no volverían), luchamos todos los días por hacer valer nuestros miles de bolívares. Mi suegra comentaba en diciembre que nunca antes se habían manejado cantidades ridículamente grandes de efectivo para apenas llevar 2 bolsas de mercado. Lo que se vive para poder comer es, amigos míos, la verdadera emergencia astronómica. Yo he dicho y lo mantengo que el problema no es el salario, es todo lo demás que hace cada vez más difícil que ese salario alcance y esto bajo nuestras premisas no es culpa del patrono.

Como nota curiosa, es el gobierno el único patrono que decreta una emergencia económica e incrementa en más de 140% un salario, justo cuando la actividad económica que genera el salario está rozando el costo de producción y no genera ganancia alguna. La excusa, proteger a la familia. La realidad, eso equivale a darle la fiesta de cumpleaños al niño pero dejarlo morir de hambre la semana después. Nadie tiene que ser astrónomo para saber porque ahora más que nunca es imperativo aumentar la gasolina, sobre todo porque hay que pagar ese contrato colectivo a como dé lugar y cuando se trata de pagarlo, todos somos patronos.

Los precios irremediablemente seguirán subiendo y sin posibilidad de mejora en el mediano plazo. Nuevamente el gobierno ha logrado que lo extraordinario se haga cotidiano pues hasta la proteína más básica que nuestras familias humildes podían hace poco consumir (granos y huevos) se han vuelto extremadamente costosas por todos esos motivos que el DEE pretende remarcar como la solución.

La astronomía, esa ciencia que estudia los cuerpos celestes, es una de las pocas que permite aportes significativos de los aficionados. Yo no soy economista pero si hago mercado todas las semanas y por ello, estoy seguro de que el único decreto que nos puede servir en esta coyuntura es el padre nuestro.

Amigos sindicalistas, es el momento en el cual debemos levantar la producción y confiar en que con el trabajo de todos saldremos de este marasmo de astronomía económica. Un incremento de salario no es el problema de fondo, protegerlo sí.

Ángel Mendoza / Abogado

@angelmendozaqui