Una empresa puede tener muchos buenos empleados, pero una sola manzana podrida puede estropear todo el trabajo. Por eso, es importante que las empresas tengan cuidado con ese tipo de trabajadores nocivos, con los que nadie quiere trabajar, especialmente en estos tiempos que corren, en los que hay que optimizar los gastos al máximo.

Cuanto más tiempo pasen en la empresa, más daño harán. De esta manera, y según ceo.com, hay siete tipos de empleados que hay que despedir lo antes posible.

Los perturbadores

Crean más problemas de los que solucionan. No es un error puntual, sino que sus daños tienen más peso que sus logros en la empresa, y no tiene intención de cambiar. Es el momento de cortarle las alas.

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Las falsas promesas

Prometen mucho, pero dan poco. Hay gente que tiene una imagen propia demasiado sobrevalorada, y prometen que pueden hacer cualquier cosa, aunque se descubre rápidamente que tales habilidades en realidad no existen. Es difícil tratar con sus egos, pero con la colaboración de la persona afectada se puede tratar de encontrar un puesto de trabajo mejor, intentando evitar el despido.

Los que no luchan por los clientes

Da igual tener un pequeño comercio o la mayor empresa del mundo: los clientes son muy difíciles de ganar, pero muy fáciles de perder. Ninguna compañía necesita empleados que no se esfuercen por retener a los clientes.

Los vagos

Usted contrata y paga a la gente para que haga un trabajo. Debe dejar claras las responsabilidades del empleado, y dotarlo de las herramientas necesarias para llevarlas a cabo, pero el trabajador debe poner todo su empeño en hacerlo. Sin embargo, hay muchos empleados que por pereza o por actitud no lo hagan, convirtiéndose en un lastre para la empresa.

Los que se escaquean

Parece que están ahí, que se esfuerzan. Pero, a la hora de la verdad, no se puede contar con ellos. Son productivos en las tareas fáciles, pero no trabajan duro. No se puede confiar en empleados así, por lo que lo mejor es prescindir de ellos.

Los quejicas

Hay trabajadores que dedican la mitad de su tiempo a trabajar, y la otra mitad a buscar motivos por los que quejarse. No se debe ceder ante estos comportamientos y amenazas.

Mala conducta

Todas las empresas tienen una serie de normas, ya sean más o menos rígidas, y están hechas para ser cumplidas. Si un empleado es un insubordinado, si rompe las reglas, si no respeta las normas, lo mejor es que abandone la empresa.

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