26-04-2017
Tener miedo a arruinar una entrevista de trabajo es un fenómeno recurrente cuando te enfrentas a esta fase del proceso de selección, ya sea esta presencial, grupal o a través de herramientas 2.0 como Skype. La tensión y la ansiedad, el nerviosismo del momento o no haber realizado una preparación previa adecuada pueden ser responsables de determinadas equivocaciones leves.

Sin embargo, salir airoso no es tan complicado como parece, y frente a algunos fallos imperdonables que pueden provocar que la persona responsable del reclutamiento de personal no se incline por ti, existen otros errores que en realidad, solamente son granitos de arena que tú conviertes en bolas de nieve. y que por tanto, tienen remedio o no son definitorios para el éxito o fracaso de la entrevista. ¡Toma buena nota de ellos!

Pequeños “errores” y problemas en una entrevista que no son para tanto

Que te llamen en mal momento o no poder acudir a esa hora: Si cuando te llaman para concertar la entrevista desprevenido o realmente ocupado -por ejemplo, en una cita médica o en el notario- dilo con naturalidad y manifestando tu interés en la misma. Si tienes que reprogramar la entrevista debido a un percance grave, como una enfermedad o accidente, comunícalo con educación y disposición para concertar un nuevo encuentro.

Llegando un poco tarde debido a un imprevisto: Expertos como Vicky Oliver, autor de “301 respuestas inteligentes a preguntas difíciles de la entrevista” señalan que si por problemas de tráfico como una carretera tarde llegas tarde a la entrevista, debes llamar con la suficiente antelación y expresando tu deseo de llegar lo más pronto posible, así como pidiendo disculpas.

Vestimenta inusual o de carácter más informal: Este factor depende mucho del sector, la compañía y la cultura corporativa de la misma, por lo que es imposible generalizar. Algunos expertos señalan que para determinados puestos creativos o startups de reciente creación es útil llevar un accesorio que generé una impresión visual, aunque deberás tener cuidado y extremar la formalidad para sectores más tradicionales o empresas más estrictas con el código de vestimenta.

El silencio o quedarte en blanco: Lo fundamental si existen unos segundos de silencio -ya sea caminando hacia la estancia donde tiene lugar la entrevista o durante la misma- es no permitir que cunda el pánico, respirar el hondo y reiniciar o comenzar la conversación de forma cómoda y tranquila, cuidando tu lenguaje corporal.

Llevar las preguntas demasiado preparadas: Intenta no sonar como un robot que ha memorizado las posibilidades a soltar como un loro, y si te percatas, cambia el rumbo hacia respuestas más naturales, fluidas y espontáneas. De lo contrario, tu reclutador puede ponerte en jaque con preguntas complejas o extrañas que te bloqueen por completo. Ensayar está bien, pero deja un margen a la improvisación.

Enfrentarte a un salario o puesto más bajo del esperado: Ya tendrás tiempo a reflexionar a posteriori si el puesto te interesa realmente con las condiciones y las responsabilidad explicadas por la empresa. Pero durante la entrevista, concéntrate en dar lo mejor de ti, presentarte adecuadamente, dar un buen “pitch” sobre ti mismo y tu historia y convencer de tu validez a la persona responsable de evaluarte.

Olvidarte de una pregunta: Los nervios pueden jugarte una mala pasada y provocarte que no recuerdes el contenido de la pregunta que te acaban de formular. Lo importante es sonreír y preguntar educadamente al entrevistador si le importaría repetir la pregunta.

Hablar de algún gusto personal: Obviamente, hay ciertas cuestiones personales que no conviene abordar en una entrevista, pero si al finalizar la entrevista tienes una pequeña charla distendida o durante la misma te preguntan cosas acerca de tus aficiones, gustos, series favoritas o planes de fin de semana, adelante. Eso sí, religión y política son dos temas tabú.

Hablar de una debilidad real: En muchas entrevistas una pregunta usual pasa por que enumeres tus puntos débiles. Si bien la mayoría de las personas entrevistadas optan por decantarse por “falsas habilidades” que pueden transformar en fuerzas como “soy demasiado perfeccionista” o “me importa demasiado el trabajo”, puedes hablar de tus limitaciones reales y el propósito o las herramientas que tienes para superarlas.

Actualidad Laboral / Con información de TicBeat