En su columna, del pasado domingo, decía Luis Vicente León que en su opinión "el modelo económico (...) se flexibiliza y se producen algunas negociaciones entre el sector público y el privado, con el que el Gobierno abre válvulas de escape para sacar presión de la olla sin negociar con los adversarios políticos y esto le ayudará a surfear la ola mientras sostenga altos ingresos petroleros".

Asumiendo que Luis Vicente está en lo correcto, y en mi opinión si lo está, los empleadores y empleados en Venezuela van a sufrir una incertidumbre aún mayor, lo que indudablemente va a disminuir las inversiones y aumentar el desempleo. Me gusta clasificar esta incertidumbre en tres niveles.

El primer nivel tiene que ver con la terrible dificultad que tendrán los empleadores para fijar los precios de sus productos. En este sentido, en aquellos productos controlados algunos empleadores han sido autorizados "informalmente" a incrementar los precios. Asimismo, los empleadores deben luchar con una Ley de Precios Justos que limita los márgenes de ganancia y que somete a la discrecionalidad del burócrata de turno la determinación de los costos que pueden ser considerados o no en la estimación de dicho margen. Por último, y con relación a la fijación de los precios, la incertidumbre del mercado cambiario no puede ser más elevada, los empleadores no tienen ni la menor idea de qué tipo de cambio utilizar para fijar sus costos de reposición y cómo ello aplica para la determinación de sus gastos contables.

El segundo nivel de incertidumbre se relaciona con los enormes problemas que las leyes laborales generan para los empleadores. El pasivo retroactivo de las prestaciones sociales y la imposición de una estabilidad e inamovilidad laborales absurdas y retrógradas, hacen que el empleador no tenga certeza de sus contingencias laborales y, por lo tanto, no pueda planificar adecuadamente.  Si un empleador no puede conocer sus contingencias laborales, y no las puede reducir despidiendo personal, probablemente decida no seguir haciendo negocios.

Y el tercer nivel de incertidumbre tiene que ver con las enormes y desproporcionadas sanciones que le podrían ser aplicadas a un empleador personalmente, por el simple hecho de hacer negocios en Venezuela. Para poner un ejemplo, por cualquier violación de lo previsto en la Ley de Precios Justos, los administradores, gerentes y empleados de una empresa pueden ser condenados hasta por catorce años de prisión.

Muy probablemente, a mayor incertidumbre, mejores son los negocios. Luis Vicente en nuestro seminario de Perspectivas Laborales comparaba a Venezuela con una mina de oro, decía algo como: "En la mina la gente no vive bien, no existe calidad de vida, el trabajo es duro, la incertidumbre siempre es elevada, pero el que se queda en la mina es el único que puede sacar el oro".

La pregunta para los emprendedores venezolanos es la siguiente: ¿estamos dispuestos a arriesgarlo todo para seguir en la mina de oro?

Juan Carlos Varela / Abogado

@J3CV