Mads Bücher ha visto a los "zombis que trabajan horas extra”. Instalaba servidores en una empresa, pasadas las horas de oficina, y quedó sorprendido de ver cuántos empleados jóvenes seguían en sus escritorios. "Estaban completamente absortos en sus sillas, casi no podrían mirar sus pantallas, pero estaban allí” , recuerda.

Le quedó claro que él no quería trabajar así. Entretanto Mads tiene su empresa propia, "Translated by Us". Es una pequeña agencia de traducciones en Copenhague. Aquí las cosas son distintas. Los empleados pueden terminar su trabajo después de seis horas, pero igual se les paga el sueldo de ocho horas.

“Cuando se trabaja muchas horas, normalmente pasa todo y nada”, dice Mads, de 34 años, en entrevista con DW. Las dos horas restadas a la jornada no le hacen falta a la empresa. Por el contrario. La jornada así reducida permite concentrarse en lo fundamental y aumentar la productividad.

Por la mañana, el equipo tiene una reunión para establecer las metas del día. "Cada uno sabe lo que se espera de él, lo hace y después puede irse a casa a hacer lo que quiera con su vida”, dice el joven empresario.

Seis horas

Según un estudio de un seguro de enfermedades, el estrés es un gran problema. La mitad de los empleados en Alemania sufren de dolores de cabeza, insomnio o agotamiento emocional, algunos sufren también de depresiones o deterioro prematuro a causa del exceso de trabajo. ¿Tenemos que cambiar nuestro pensamiento sobre la manera de ganar dinero?

"Translated by Us" no es un pionero de la jornada diaria de seis horas. Este concepto existe también en Suecia. Por ejemplo, el productor de coches Toyota, ha reducido los turnos en sus talleres de Goteburgo desde hace diez anos, y los mantiene así, porque los beneficios han subido.

Además hay otro experimento en una residencia de ancianos en Goteburgo que duró dos años. Las jornadas de trabajo de 68 cuidadores se redujeron de ocho horas diarias a seis. En total, este proyecto fue un fracaso financiero y el concejo municipal en Goteburgo le puso fin, porque era más caro. Pero, por otro lado, fue un éxito. Los empleados estaban más contentos y también más sanos – y además, se ocupaban mejor de sus pacientes. La pregunta es simple: ¿Se desea contar con trabajadores más contentos y productivos, o ahorrar costos?

La realidad

¿Podría la jornada de seis horas cambiar la cultura laboral de todo un país? No. Esa es la respuesta de Werner Eichhorst, del Instituto del Futuro Laboral en Bonn. "No es una panacea, ni algo que se pueda poner en práctica a corto plazo”, dice en entrevista con DW. "No es posible hacer siempre el mismo trabajo en menos tiempo.”

Si en todo un país se impusiera la jornada de seis horas, la economía sufriría perjuicios, advierte Eichhorst. Se necesitaría más empleados para hacer el mismo trabajo, y eso aumentaría los costos salariales de los empresarios.

Debate en marcha

No obstante, la idea de la jornada de seis horas todavía se discute. "En el momento hay muchos debates por ejemplo sobre ¿qué es trabajo?, ¿dónde están las fronteras de lo que se puede exigir y de la disponibilidad? ", plantea Eichhorst.

Por lo menos en Alemania la jornada de ocho horas desaparece poco a poco. Muchas empresas ofrecen horarios flexibles o los empleados pueden trabajar en casa - o en general pueden elegir cuándo y cómo quieren hacer sus tareas.

La agencia del desarrollo de plataformas web "Potato”, que fundó en 2010, ya no tiene horarios fijos. Los empleados en Londres, Bristol y San Francisco pueden llegar e irse cuando quieren, pero el resultado tiene que ser correcto.

Empresas como "Potato” o "Translated By Us” cambian sus estructuras para atraer a la gente joven y con talento. En la fábrica de Toyota en Goteburgo, mantuvieron la jornada de seis horas, porque tuvieron éxito económico. Y quizás los buenos ejemplos podrían provocar un cambio del mundo laboral.

Actualidad Laboral / Con información de DW