La grave situación que se está generando en las fronteras venezolanas, especialmente las de Colombia y Brasil, a causa del éxodo de venezolanos que huyen de la terrible crisis humanitaria que azota a Venezuela, hace que las personas que se atreven a emprender la aventura migratoria pasen por circunstancias muy adversas, muchas de las cuales, escapan al conocimiento y acción de las autoridades competentes.

En este trabajo de The New York Times, se aborda lo que ocurre con miles de refugiados venezolanos en Brasil:

Para miles de refugiados venezolanos en Brasil, el camino para obtener ayuda pasa por recorrer un territorio aislado donde ganaderos, mineros y traficantes explotan a los migrantes desesperados casi como si fueran esclavos. Los funcionarios brasileños que ignoran la situación no pueden decir que están combatiendo la corrupción ni la impunidad.

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Desde 2017, las crisis política y humanitaria de Venezuela, así como la hiperinflación, han provocado un éxodo de proporciones históricas. Más de cuatro millones de venezolanos han salido del país para escapar de la escasez de comida y medicamentos del gobierno opresor de Nicolás Maduro. Los venezolanos que escapan a Brasil —más de 50.000 hasta ahora— a menudo tienen una sola manera de entrar: la autopista BR-174, un camino desolado de 966 kilómetros que atraviesa algunos de los territorios más remotos de América del Sur, donde los explotadores están por encima del Estado de derecho.

Mientras el país vive un ciclo electoral crucial, el caos en los territorios fronterizos refleja la agitación que se vive en toda la nación. Después de años de problemas económicos, investigaciones de corrupción y crisis de seguridad, muchos brasileños anhelan estabilidad, la imposición de ley y orden; dar la bienvenida a los miles de venezolanos que llegan a su país no coincide con esa lista. Por lo menos diez venezolanos fueron rescatados de la esclavitud el año pasado. Sin embargo, los empresarios y terratenientes poderosos que abusan de los refugiados son otro ejemplo sorprendente de cómo el crimen resulta lucrativo en Brasil.

Actualidad Laboral / Ver completo en The New York Times / Chris Feliciano Arnold