La reconstrucción de Venezuela no será tarea fácil luego de un período excesivamente largo de políticas económicas y sociales destructivas. Pero el punto de partida tiene que por fuerza ser el reconocimiento de que el problema viene de muy atrás. No son tan solo los últimos tres años de la apoteosis de incompetencia del Gobierno de Maduro, ni si quiera los 17 desde que los electores se dieron al “Comandante Eterno” como salvador de la patria.

En esencia, y según confirman encuestas recientes, como la de Datincorp del 18 de julio, el pueblo parece haber aprendido la lección de que en economía “no existe almuerzo gratis”. La pregunta es si la habrán aprendido nuestros políticos de ambos lados del hemiciclo. No hay que olvidar que al inicio de la Republica Civil, en 1961, las garantías se suspendieron “por unos meses” y todas fueron restituidas en breve lapso, salvo las económicas que permanecieron suspendidas por 28 años hasta que un Carlos Andrés Pérez electo por añoranza de la Venezuela Saudita de su primer Gobierno, tuvo que aplicar severas medidas de ajuste y liberación económica, cuyas consecuencias políticas ya son historia.

Sorprende que algunos diputados de la MUD, lejos de darle un enfoque integral a las grandes líneas de una reconstrucción nacional, estén sacando a consulta pública leyes aprobadas en primera discusión en las que el análisis de origen de recursos y técnica legislativa brilla por su ausencia, como son la Ley de protección del salario ¿lo van a proteger mientras hay 700% de inflación?; Ley de emolumentos de personal docente, ¿y el resto del personal?, Ley de protección a los pacientes con condición celiaca, ¿y qué pasa con los que tiene otros padecimientos? Ley de emolumentos para personal técnico de la salud, y de ahí hasta el infinito. Pareciera que los promotores no ven con malos ojos que la maquinita impresora del Banco Central sea la única forma que hay en este momento de financiar tanta munificencia.

Según Datincorp el 78% de los chavistas y el 97% de los opositores piden respeto a la propiedad privada, y en similar proporción, apoyan la unificación cambiaria ( 64/72%), la rentabilidad de los precios para los empresarios y comerciantes (87/97%), la producción nacional (90/86%) y al combate a la corrupción (97/99%). Semejante coincidencia entre grupos políticos supuestamente enfrentados entre si no debería escapar la atención del mundo político. ¡Por favor! Oigan al pueblo, que a fuerza de padecer los embates de una economía desquiciada se ha vuelto liberal ante sus ojos sin que ustedes se den cuenta, déjense de tanto populismo y súmense al consenso que está en la calle si es que seriamente quieren comenzar la reconstrucción del país.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

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@aconcheso