Las malas políticas económicas han sumido a Venezuela en una crisis económica que por cualquier medida que se utilice es de catastróficas proporciones. Dado las potenciales fortalezas de la economía venezolana esto no tenía porqué haber sucedido y tiene como revertirse con políticas adecuadas. Pero llama la atención que algunos de quienes aspiran a aplicarlas en una eventual transición, estén proponiendo planes que parten de préstamos gigantescos, del orden de $50 mil millones del FMI, cesación de pagos de deuda soberana que pueden hacer un daño irreversible a la credibilidad crediticia de la Nación, y otros sacrificios, que recuerda los ajustes fiscalistas pasados basados en macro devaluaciones puestas sobre los hombros de la población trabajadora, como si de Zimbawe o Grecia se tratara.

Tal vez esto sucede por temor a polemizar de frente con la obsoleta idea que aún pulula en la mente de muchos dirigentes a lo largo y ancho del espectro político venezolano, de que el petróleo es una religión y que su estatización es intocable. Lo cierto es que si la actividad petrolera y gasífera se viera como hoy por hoy se ve en el resto del mundo: un negocio de explotación e industrialización de recursos, el ajuste que requiere la economía podría hacerse sin tener que caer de nuevo en las horcas caudinas de los burócratas del FMI.

Esa posibilidad la explica con claridad meridiana el ingeniero petrolero Diego I. González Cruz en el estudio publicado recientemente por el Observatorio Económico-Legislativo de CEDICE Libertad: “Como Rescatar la Industria Petrolera Nacional”. Del mismo se desprende, que arrancando de inmediato y dentro del marco de la legislación existente, si existe la voluntad y el consenso nacional, Venezuela tiene la posibilidad de abrir a la exploración y producción un potencial de reservas probadas de las que al parecer nadie en el mundo político, quiere hablar.

No estamos hablando de la tan cacareada Faja con supuestamente las reservas más grandes del mundo, pero de un crudo extra pesado de difícil refinación o comercialización, sino de algo más sencillo y mucho más rentable para el país. Se trata del hecho de que en áreas convencionales existen reservas de petróleos livianos, medianos y pesados, algunas desarrolladas y otras por desarrollar, por el orden de los 41.000 millones de barriles. Si la cifra no le dice nada amigo lector, piense que es mayor a las reservas probadas del resto de Sudamérica y México incluidos. Otra forma de verlo es que el valor presente de esas reservas si los campos en que se encuentran estuvieran en plena producción ¡excede los $ 400 mil millones! Con lo cual se pregunta uno cuál es la racionalidad de mendigarle una décima parte de eso al FMI en condiciones onerosas.

Tal como plantea el estudio, aún en el contexto de la Ley de Chávez de 2006 es perfectamente posible permitir que medianos operadores privados nacionales y extranjeros opten por operar varios centenares de estos campos en esquemas de contratos de servicio, empresas mixtas, producción compartida, o ganancias compartidas. Estos ya les son familiares porque se están utilizando en la apertura mexicana, en Colombia, y otros países de la región. Solamente en inversiones de capital de origen 80% local estamos hablando de unos $10,000 millones al año de fortalecimiento de la balanza de pagos. Complemento de esto es el permitir que las grandes operadoras que ya tienen acuerdos suscritos con Pdvsa los puedan operativizar, gerenciando ellos los proyectos y comercializar el crudo a precios internacionales, y no la irreal tasa de cambio de Bs 10 por $.

Aparentemente uno de los políticos de oposición a quien le fuera presentado el estudio comentó que era muy interesante pero que eso “no daba votos”. Si sacar al país del marasmo en que se encuentra atrayendo inversión y creando empleos de calidad a salarios de primer mundo no da votos, se pregunta uno si en la mente de quienes así piensan lo que los da es limitar a los venezolanos a criar conejos para sobrevivir, mientras un potencial como el que aquí se describe queda totalmente inutilizado.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

 

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@aconcheso