El  marcador de precios del petróleo WTI cerró el mes de mayo en $ 49,10 por barril, un aumento de 87% desde su cotización más baja, $ 26,21, el 11 de febrero momento en que el Presidente Maduro, cual periodista de Reuters, reportaba con aparente trepidación la cotización de cierre diario del crudo, tal vez pensando que escondido detrás de ese colapso momentáneo de precios podría justificar todas las penurias innecesariamente impuestas al pueblo venezolano durante su mandato.

No es que este precio cercano a $50 sea una panacea para la industria petrolera mundial, y mucho menos para la venezolana, cuyo precio promedio por lo pesado de los crudos que se ha quedado reducida a exportar es mucho menor. Para empeorar la situación, en momentos en que el segmento más rentable de la cadena de valor petrolera es la refinación y distribución, guiados por el galáctico hemos logrado la hazaña de reducir esa capacidad vendiendo refinerías y operando las que quedan con unos niveles de ineficiencia realmente planetarios.

Estas fluctuaciones hacia el alza moderada demuestran que más temprano que tarde los fundamentos del mercado se imponen restableciendo los equilibrios. Terrorismo islámico focalizado en los oleoductos y terminales en Nigeria, reducción de producción de los productores de esquistos norteamericanos que a estos precios tiene arrimados más de 1,000 taladros operando solo 200, situaciones fortuitas de incendios forestales en Calgary Canadá, huelgas en el Mar del Norte, y una producción iraquí que aumenta menos de lo proyectado, se combinan con aumentos incipientes de consumo, entre otros de los americanos que han retomado su romance con  las 4x4 en detrimento de los carritos híbridos y los insaciables consumidores chinos.

Pero no hay que perder de vista que quienes iniciaron este “muñequeo” por la recuperación de mercados: los Saudís y sus socios del Golfo, son los productores más  eficientes del mundo. Difícilmente los precios van a escalar mucho más allá de los $ 60, salvo que aparezca un cisne negro, como la toma de la Península Arábica por Isis. ¿Tiene vida la industria petrolera venezolana en este contexto? Claro que sí, pero no operándola como se ha hecho en estos años. Solo si se retoma un nivel de eficiencia comparable al que tuvo la industria hasta finales de siglo es que esta podrá resurgir. De lo contrario por primera vez en la historia mundial se habrá producido el milagro retrógrado de convertir la gallina de los huevos de oro petrolera en un triste sancocho.

Por Aurelio Concheso / Ingeniero

@aconcheso