24-03-2017
Francisco advirtió hoy a los líderes de los 27 países de la Unión Europea que "no hay paz donde falta el trabajo o la perspectiva de un salario digno", al tiempo que les pidió que el Continente no se encierre "en el miedo de las falsas seguridades", que invierta "en el desarrollo y en la paz" y que encuentre "esperanza en la solidaridad" como "el antídoto más eficaz contra los modernos populismos".

Además, al recibirlos en el Vaticano en medio de la conmemoración del 60 aniversario de los tratados que dieron origen a la UE, pidió no gestionar la "grave" crisis migratoria "como si fuera sólo un problema numérico, económico o de seguridad".

Tras remarcar que la Santa Sede está "inseparablemente unida" a Europa, el Pontífice recordó el marco de la firma del Tratado que en 1957 sentó las bases para la integración regional y durante su discurso en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano pidió "conocer bien los desafíos de entonces para hacer frente a los de hoy y a los del futuro".

Así, frente a la alemana Angela Merkel, el francés Francois Hollande y el español Mariano Rajoy entre otros, calificó a la UE como una "realidad política, económica, cultural, pero sobre todo humana".

"A quien gobierna le corresponde discernir los caminos de la esperanza. Esta es su tarea: identificar los procesos concretos para hacer que los pasos realizados hasta ahora no se dispersen, sino que aseguren un camino largo y fecundo", les dijo.

"Los Padres fundadores nos recuerdan que Europa no es un conjunto de normas que cumplir, o un manual de protocolos y procedimientos que seguir. Es una vida, una manera de concebir al hombre a partir de su dignidad trascendente e inalienable y no sólo como un conjunto de derechos que hay que defender o de pretensiones que reclamar", aseveró el Obispo de Roma antes de pedir que los jóvenes tengan "posibilidades reales de inserción en el mundo del trabajo".

Durante su discurso de más de una hora, Jorge Bergoglio enmarcó la conmemoración en una época moderna "dominada por el concepto de crisis" que representa "un tiempo de desafíos y de oportunidades".

"Está la crisis económica, que ha marcado el último decenio, la crisis de la familia y de los modelos sociales consolidados, está la difundida 'crisis de las instituciones' y la crisis de los emigrantes: tantas crisis, que esconden el miedo y la profunda desorientación del hombre contemporáneo, que exigen una nueva hermenéutica para el futuro", planteó.

"No se puede limitar a gestionar la grave crisis migratoria de estos años como si fuera sólo un problema numérico, económico o de seguridad. La cuestión migratoria plantea una pregunta más profunda, que es sobre todo cultural", sentenció, en momentos donde son récord las llegadas de migrantes por vía terrestre y marítima desde África y Asia.

"¿Qué cultura propone la Europa de hoy? El miedo que se advierte encuentra a menudo su causa más profunda en la pérdida de ideales. Sin una verdadera perspectiva de ideales, se acaba siendo dominado por el temor de que el otro nos cambie nuestras costumbres arraigadas, nos prive de las comodidades adquiridas, ponga de alguna manera en discusión un estilo de vida basado sólo con frecuencia en el bienestar material", propuso frente a los jefes de Estado y sus gabinetes.

En ese marco, les reclamó a los jefes de Estado "la escucha atenta y confiada de las instancias que provienen tanto de los individuos como de la sociedad y de los pueblos que componen la Unión".

"Europa vuelve a encontrar esperanza en la solidaridad, que es también el antídoto más eficaz contra los modernos populismos", sentenció.

"Los populismos, al contrario, florecen precisamente por el egoísmo, que nos encierra en un círculo estrecho y asfixiante y no nos permite superar la estrechez de los propios pensamientos ni 'mirar más allá'. Es necesario volver a pensar en modo europeo, para conjurar el peligro de una gris uniformidad o, lo que es lo mismo, el triunfo de los particularismos", los desafió.

"A la política le corresponde esa leadership ideal, que evite usar las emociones para ganar el consenso, para elaborar en cambio, con espíritu de solidaridad y subsidiaridad, políticas que hagan crecer a toda la Unión en un desarrollo armónico, de modo que el que corre más deprisa tienda la mano al que va más despacio, y el que tiene dificultad se esfuerce para alcanzar al que está en cabeza", afirmó antes de fotografiarse con los líderes en la Capilla Sixtina del Vaticano.

Además, les pidió que Europa no se encierre "en el miedo de las falsas seguridades" y que invierta "en el desarrollo y en la paz".

"El desarrollo no es el resultado de un conjunto de técnicas productivas, sino que abarca a todo el ser humano: la dignidad de su trabajo, condiciones de vida adecuadas, la posibilidad de acceder a la enseñanza y a los necesarios cuidados médicos", destacó.

"No existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseriaNo hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de un salario digno. No hay paz en las periferias de nuestras ciudades, donde abunda la droga y la violencia", finalizó.

La conmemoración del Tratado de Roma, firmado en 1957 por Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, y Holanda, es la primera gran cumbre de la UE sin la presencia del Reino Unido, que el próximo 29 de marzo activará el denominado "Brexit" para formalizar su salida de la unión continental.

Actualidad Laboral / Con información de Diario Jornada