La próxima vez que usted vea una gandola abasteciendo de gasolina su estación de servicio de confianza, piense que los Bs 3.660 que el “bombero” le va a cancelar al gandolero por los 38.000 litros de gasolina que le está despachando, valen, al cambio libre del sábado 8 de agosto de 2015 la mísera suma de cinco dólares con treinta.

Trasládese entonces de manera virtual a la frontera y piense que al traspasarla su carga, adquirida por un puñado de dólares en el hermano país vale unos Bs 11.590.000, una utilidad de tan solo trescientos diecisiete mil por ciento, ciertamente un negocio más lucrativo que el que pudiera proporcionar el trasiego de cualquier substancia estupefaciente.

No deben venir como sorpresa entonces las estadísticas de la Dirección de Impuestos y Aduanas de Colombia DIAN, que aseveran que el volumen de contrabando de gasolina en esa frontera está en el orden de 100.000 Barriles o 400 gandolas diarias, con un valor aproximado de $2.600 millones al año. Si contabilizamos un 50% adicional que por la medida pequeña sale hacia Brasil y por vía marítima en las bodegas de la flota pesquera, no es aventurado decir que la irresponsabilidad de mantener un precio ridículo para la gasolina representa una fuga del orden de $ 4.000 millones al año. Añádale a esto tan solo el 40% de sobrefacturación de unos $ 10.000 millones que el gobierno importa directamente, y los barriles de regalo a Cuba que están en el orden mínimo de $ 3.000 millones más.

Resulta curioso, cuando no grotesco, que se continúen desconociendo los compromisos adquiridos con el sector privado, y hablando de una posible cesación de pagos de deuda soberana en un futuro incierto, cuando solo por estos tres rubros la sangría aplicada al país por políticas económicas insensatas excede con creces los $ 10.000 millones al año. Más asombroso aún es que países como Jamaica estén emitiendo bonos al 7% para pagar sus deudas con Venezuela a un 50% de descuento, mientras que nosotros, sus acreedores, si emitiéramos deuda, lo tendríamos que hacer a más del 25% de interés.

En un momento en que despuntan posibilidades de la apertura de un dialogo con el sector privado, si se quiere que ese dialogo rinda frutos, preguntas incómodas como estas tendrían que ser las primeras colocadas sobre la mesa. Porque si no se corrigen las distorsiones provocadas por estas macro políticas inviables, difícilmente se va a encontrar una vía para relanzar la economía venezolana, rescatándola de la inopia en que se encuentra.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

@aconcheso