El posparto y el desempleo son las dos primeras causas de depresión demostradas por la Medicina. A partir de esos dos factores, el resto de condicionantes de la enfermedad resulta tan diverso que difícilmente se delimita por los médicos, pero en todo caso se sabe que la prevalencia de la patología se va a multiplicar en las próximas décadas.

Así lo ha ratificado el catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá de Henares y jefe del Servicio de la especialidad en el Ramón y Cajal de Madrid, Jerónimo Saiz, quien ha alertado de que, solo en España, el coste indirecto de la patología rebasa el 1 por ciento del producto interior bruto (PIB) y merma la productividad del tejido empresarial, de acuerdo con datos de un informe en el que figura como autor y que acaba de publicar Psiquiatría Biológica.

Esta investigación se titula Informe para un Mejor Abordaje de la Depresión en el Ámbito del Trabajo y ha contado con la colaboración de Lundbeck.

“El posparto se corresponde con un periodo de importantes cambios fisiológicos de naturaleza hormonal, pérdida de electrolitos… sin obviar el desplazamiento psicológico para la madre de la llegada del bebé, que pasa a ser el único centro de atención, entre otros muchos factores”, ha puntualizado Saiz.

En cuanto a la falta de trabajo, el dato también es universal, es decir, se confirma como una causa directa de depresión desde el punto de vista científico, por mucho que, de forma paradójica, las condiciones de un empleo demasiado exigente –“como son la mayoría”– favorezcan, a su vez, los síntomas depresivos, ha concluido este psiquiatra.

Los ‘síntomas residuales’, nueva ‘diana’ de los terapeutas

Otra de los especialistas que han elaborado el trabajo, que ahonda en la repercusión de la depresión en el ámbito laboral, la profesora de Psicología y decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Islas Baleares Margalida Gili, ha advertido, en el mismo foro, de una nueva diana para combatir la depresión: los síntomas cognitivos residuales.

“Los llamamos así porque nos referimos a los que siguen manifestando, durante un intervalo de tiempo, quienes han padecido un episodio depresivo; no están deprimidos en ese momento y, sin embargo, persisten en ellos alteraciones cognitivas que les impiden funcionar de forma correcta en el trabajo como, por ejemplo, problemas de memoria, atención o capacidad ejecutiva”, ha revelado, de modo que, aun entonces, generan pérdidas de productividad a las empresas.

Por eso –han insistido ambos profesionales– constituye un problema de primer orden, en España, la “falta de sensibilidad” de las empresas y de los gobiernos hacia el reconocimiento de la depresión como una enfermedad invalidante, aun cuando “solamente un departamento de Medicina laboral que diese pie a que el trabajador hablara de lo que le sucede supondría un enorme avance”, ha destacado Saiz.

Segunda causa de baja laboral debido a la crisis

Por último, este psiquiatra ha llamado la atención sobre el estigma asociado a la depresión, es decir, el prejuicio de la gente que no ha pasado por ella y que llega a creer que el enfermo es responsable de lo que le sucede y de no enmendarlo.

“Por esa razón, a menudo las bajas laborales por depresión no se piden o, cuando se conceden, responden a otras situaciones que no son un síndrome depresivo verdadero; de forma paradójica, la crisis económica ha hecho que disminuyan las bajas laborales por depresión y pasen a un segundo lugar por detrás de la patología musculo-esquelética”, ha informado. “Al mismo tiempo, más de la mitad de los casos de depresión no llega a diagnosticarse”, ha lamentado.

‘Mindfulness’, terapia de tercera generación eficaz

Como halo de esperanza final, Saiz y Gili han recordado que la depresión es una enfermedad prevenible y tratable, y ésta incluso ha mencionado terapias de tercera generación, “más allá de la cognitivo-conductual como el mindfulness”, la actitud de alerta consciente como método terapéutico de eficacia probada en depresión leve o moderada.

Actualidad Laboral / Con información de Redacción Médica