A pesar de que la mayoría de personas piense que debemos tener una vocación laboral, la realidad es muy distante al postulado. La psicología positiva asegura que ni se tiene una única vocación vital, ni todo el mundo tiene una, ni hay un momento de nuestras vidas idóneo para encontrarla. Y se puede vivir feliz sin una vocación profesional.


Hay personas que siempre han tenido muy claro a qué quieren dedicarse y han utilizado su vocación como motor para avanzar. Pero este no es el caso de la mayoría. Casi todos nos vemos obligados a tomar decisiones curriculares a edades muy tempranas: en la educación secundaria ya elegimos si somos de ciencias o de letras y, solo unos años después, nos enfrentamos a la gran pregunta: a qué dedicarse el resto de la vida.


De hecho, muchas personas aún no saben qué quieren hacer con su vida al acabar la carrera. Ni siquiera cuando ya están trabajando. Esta sensación, que es una de las primeras culpables de la crisis de los 25, es totalmente normal.


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Una de las soluciones que proponen los expertos es tomar perspectiva y restar peso al trabajo como herramienta principal para dar sentido a la existencia. Es decir, se puede tener un empleo sin un significado trascendental y buscar la realización en otros aspectos de la vida, volcándose con las personas que te rodean o dedicándote a hacer las cosas que te apasionan, que no siempre tienen que ser parte de tu empleo. Pero esta cuestión es compleja de abordar porque, en nuestra cultura, el trabajo todavía define quiénes somos. Cuando conocemos a alguien nuevo, una de las primeras cosas que solemos preguntarle es a qué se dedica. Y le categorizamos dependiendo de la respuesta: hemos unido quién soy con en qué trabajo.


“La satisfacción laboral no depende solo de la vocación, tiene mucho que ver con factores como las condiciones (el sueldo, el horario, las vacaciones, la conciliación), la cultura de la empresa y la relación con tus compañeros”, explicó a El País Elisa Sánchez, psicóloga laboral.


Es decir, la vocación influye en el tipo de empleo que se elige, pero la satisfacción laboral depende de muchas otras cosas. Como, por ejemplo, la motivación. “No todos encontramos nuestra verdadera vocación. Pero eso no significa que estemos condenados a trabajos sin sentido”, explica Emily Smith, psicóloga y autora de El poder del significado: sentirte realizado en un mundo obsesionado con la felicidad.


Además, no debemos perder de vista que no solo es posible ser feliz en el trabajo sin vocación sino que, la gente que la tiene no siempre se siente satisfecha.


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A muchos les resulta casi imposible ser fieles a su vocación y, a la vez, encontrar un puesto con un sueldo que les permita vivir. La frustración también habita en ellos. “Puedes ‘trabajar de lo tuyo’, pero si estas otras condiciones mínimas no se dan y no estás a gusto en tu trabajo, muy posiblemente te sentirás desgraciado”, asegura Sánchez.


Satisfacción en el trabajo


Vocfinder. Está enfocada a detectar las aptitudes principales de los jóvenes pero también a reorientar la vida profesional de los trabajadores. Además de los clásicos test para identificar materias afines, propone hacer un seguimiento por todo un proceso que implica superar algunos miedos y aprender a tomar decisiones. Disponible en Apple Store para dispositivos iOS.


Caso de éxito. La autora de "Come, reza, ama", Elizabeth Gilbert, recibió cartas de rechazo de multitud de editoriales durante seis años, una experiencia que define como "devastadora". Pasó del fracaso más absoluto al éxito más abrumador y, por el camino, descubrió que su vocación "era aquello a lo que volvía siempre que todo iba mal". Durante todos sus momentos inciertos, siempre encontró alivio escribiendo, aunque fue capaz de compaginarlo con trabajos de cara al público porque sabía que eso también la acercaría a su objetivo.


Actualidad Laboral / Con información de Gestión Perú