Tomar decisiones trascendentales cuando recién se deja el colegio atrás, no suele ser sencillo. Dudas, temores, las presiones familiares y a veces un ideario poco definido, terminan por volver estresante la gran decisión de optar entre seguir adelante con los estudios superiores, despedirse de la academia y derechamente trabajar, o realizar una combinación de ambas.


Interesados en esa transición, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se propuso, mediante una investigación, conocer qué hay detrás de esta elección de los jóvenes, con el objetivo de asistir luego, mediante la formulación de políticas públicas más precisas, a quienes tratan de asegurar un futuro mejor para la próxima generación de trabajadores en América Latina y el Caribe (ALC).


Así es como el BID se entregó a la realización del reporte "Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?", estudio que describe los principales resultados de un proyecto regional que contó con la participación de más de 15.000 jóvenes, de entre 15 y 24 años, en nueve países: Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, México, Paraguay, Perú y Uruguay. La novedad de este estudio es que va más allá de las variables tradicionalmente levantadas en las encuestas de hogares, como ingresos o nivel de estudios, e incorpora otras menos convencionales: la información que los jóvenes manejan acerca del funcionamiento del mercado laboral, y sus aspiraciones, expectativas y habilidades cognitivas y socioemocionales.


Interesados en este tema, América Economía conversó con uno de los investigadores, Rafael Novella, consultor del BID y co-editor del informe en el que también participaron Andrea Repetto, Carolina Robino y Graciana Rucci.


- ¿Puede mencionar algunos ejemplos de política pública interesantes en la región, que vayan en la dirección de facilitar/estimular una transición exitosa desde los estudios de educación secundaria al campo laboral?


Los programas de transferencias condicionadas han contribuido, en gran medida, al aumento en la cobertura educativa, la reducción en la deserción escolar y la transición entre distintos niveles educativos. Por el lado de las políticas laborales, la región ha puesto en marcha programas de capacitación laboral (en habilidades técnicas y socioemocionales) para jóvenes que, a diferencia de los países desarrollados, han logrado aumentar su empleabilidad y salarios. Dos ejemplos exitosos de estos últimos son Juventud y Empleo, en República Dominicana, y Jóvenes en Acción, en Colombia.


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- El verbo de moda y que se repite en boca de todos los jóvenes es "emprender". Perú y Chile, por ejemplo, son terreno fértil de esta mística, pero ¿cuán alineadas están sus expectativas con sus habilidades y la realidad del mercado laboral?


Contamos con evidencia reciente que resalta la importancia de las habilidades socioemocionales para el emprendimiento. Como señalamos en nuestra publicación, "Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?", los jóvenes de la región muestran altos niveles de perseverancia, autoestima y autoeficacia, entre otras habilidades socioemocionales. Por tanto, están en una buena situación para realizar emprendimientos. Sin embargo, los millennials latinoamericanos y caribeños también muestran deficiencias importantes en habilidades básicas (por ejemplo, capacidad de realizar cálculos matemáticos simples o hablar inglés) que, seguramente, limitan su capacidad para emprender. Además, observamos que, si bien los jóvenes tienen altos niveles de aspiraciones y expectativas sobre su futuro laboral, estos se alejan de la realidad de los mercados laborales de la región.


- ¿Cuánta influencia está ejerciendo el bollante surgimiento de cientos de startups, lideradas por latinoamericanos cada vez más jóvenes y mediáticos, comunicacionalmente autosuficientes, en la creencia/mito popular de que el emprendedor no necesita de un paso por la universidad previo?


Existe evidencia de que los mercados laborales del futuro requerirán de una formación continua que, se puede adquirir tanto en la educación formal (por ejemplo, universidad) como en entrenamientos cortos (cursos de formación y actualización). En este escenario, una habilidad clave será tener la capacidad de aprender, adquirir nuevas habilidades y ser flexibles en el conocimiento adquirido. Algunas habilidades cognitivas y técnicas serán un requisito mínimo para adquirir este conocimiento (por ejemplo, habilidades básicas en matemáticas, digitales).


Actualidad Laboral / Con información de América economía