Los rituales de productividad son parte del día a día de la mayoría de los trabajadores. Estos funcionan como guías que ayudan en la concentración y mantener el camino a lo largo de la jornada laboral.


Hablar de rituales laborales es asociarlo con  hábitos, rutinas y horarios que ayudan a trabajar de forma más eficiente e incrementar la productividad. En este post se explican ocho rituales diarios que permitirán estar concentrado y ser productivo durante el día.


Establecer los tiempos óptimos para despertar y dormir


No hay un horario mágico que le funcione a todo el mundo. Algunos preferimos despertar temprano y explotar las primeras horas del día, mientras que otros son como búhos con sus picos creativos durante la noche.



La mayoría de las personas tenemos horarios predeterminados, establecidos con base en nuestros compromisos y responsabilidades, en las necesidades de nuestras familias y en los requerimientos del trabajo. En general, casi todos necesitamos ocho horas de sueño para trabajar a nuestra máxima capacidad. Tu rutina de sueño debería tener en cuenta todos estos factores.


Establece una hora para acostarte que puedas mantener tanto en tu semana laboral como los fines de semana. Esto marcará el horario para tu reloj interno de forma que tu cuerpo siempre sabrá la hora a la que dormirse y la hora a la que debe despertarse, mejorando la calidad de tu sueño para que siempre te sientas bien descansado y puedas funcionar a tu máxima capacidad.


Moverse


Una gran forma de deshacerte del velo de la flojera cuando te despiertas es moviendo tu cuerpo. También ayuda mucho levantarte de tu escritorio para salir a dar un paseo después de haber estado sentado durante muchas horas, o hacer algo de ejercicio para aclarar tu mente.


Ya sean estiramientos de yoga, o subirte a la caminadora o salir a correr, el hecho de levantarte y moverte es una gran forma de enfocar tu mente. De hecho, muchos estudios han demostrado que las partes del cerebro que controlan los pensamientos y la memoria son más grandes y están más desarrolladas en las personas que hacen ejercicio de forma regular.


Las investigaciones muestran que cuando nos ejercitamos, la presión y el flujo sanguíneo aumentan en todo nuestro cuerpo. Y tener más sangre significa que tenemos más energía y oxígeno, básicos para que nuestro cerebro funcione mejor. Asegúrate de que tu ritual diario incluya algo de movimiento para que tu mente y tu cuerpo sigan funcionando de manera óptima.


moverse

Arriesgar


La conferencista motivacional y autora Brian Tracy aconseja a la gente comerse la rana más grande a primera hora de la mañana, lo que significa que si empiezas tu día con tu tarea más complicada, la más importante, el resto del día será mucho más fácil en comparación. Esta puede ser una gran forma de aventarte de lleno a ese difícil proyecto que has estado posponiendo y que sigue pesando en tu cabeza.


A menos que el temor de empezar tu día con una tarea colosal te salga peor y haga que concentrarte y empezar a trabajar sea aún más difícil. En ese caso, empieza tus mañanas logrando algo importante pero relativamente fácil.


La idea es encontrar una forma de aventarte a tu día con una mentalidad productiva. Si tachar algunos pendientes fáciles de tu lista te motiva para empezar, ¡hazlo! Si te encanta terminar esa complicada tarea antes que cualquier otra cosa, entonces ¡vamos, hazlo!


Preguntas para seguir concentrado


A lo largo del día, cuando sientas que tu concentración va disminuyendo o te encuentres haciendo tareas poco significativas o sin importancia solo por hacer algo, pregúntate lo siguiente:




  • ¿Qué es lo más importante que podría estar haciendo en este momento?

  • ¿Cómo podría hacer esto de manera más eficiente y rápida?

  • ¿Cuál sería la mejor forma de realizar esto?


Estas simples preguntas son sumamente poderosas y puedes usarlas para recuperar tu concentración y mantener tu atención en las cosas que la necesitan. ¿Realmente estás haciendo lo que deberías estar haciendo? Si no, ¿qué es lo que deberías estar haciendo? El objetivo es ser más consciente de la forma en la que estás empleando tu tiempo y no permitir que los minutos simplemente pasen. Si estás tomando un descanso, está bien, pero asegúrate de haber establecido el tiempo correcto para esa pausa, y qué tarea planeas hacer cuando regreses a trabajar.


Hacerlo de inmediato


La única forma de hacer las cosas es haciéndolas. Es así de simple, pero en ocasiones posponemos algo porque nos atoramos haciendo otra cosa, o nos enfocamos en un proyecto a futuro. Pero si hay algo que necesite hacerse, ¡hazlo!


Por lo general, aparecen cosas pequeñas a lo largo del día, cosas que vamos dejando de lado porque estamos haciendo algo más. Si eso pequeño puede resolverse relativamente rápido, entonces no lo pospongas, simplemente hazlo en el momento en que aparece.


Esto evita la procastinación y hace que nuestras listas de pendientes dejen de crecer y crecer con pequeñas tareas que eventualmente nos llevarán todo un día. Si haces estas pequeñas actividades conforme salen, te darás más tiempo para concentrarte en las cosas grandes e importantes.


inmediato


Construir descansos mentales


Nuestros cerebros solo son capaces de concentrarse en algo de manera continúa durante un periodo determinado de tiempo. Al tomarte pequeños descansos, idealmente cada hora, le das a tu mente la oportunidad de relajarse para que pueda volver a concentrarse.


El psicólogo Alejandro Lleras encontró que los participantes a los que se les daban pequeños descansos durante actividades de 50 minutos tenían un mejor desempeño que los que trabajaban sin parar. Lleras descubrió que pequeñas distracciones de una tarea pueden mejorar drásticamente la capacidad de una persona para concentrarse en esa tarea durante más tiempo.


El estudio analizó un fenómeno llamado “decremento de vigilancia” o la disminución de los “recursos de atención”. Esto puede ocurrir cuando empiezas a tener un mal desempeño en una tarea para la que te está costando trabajo concentrarte. Ahí es cuando deberías darte una pausa mental. Esto le permite a tu cerebro desactivar, y luego, cuando regreses a trabajar, tu mente será capaz de concentrarse mejor.


Reflexionar sobre lo logrado y cómo poder mejorar


Al final del día, date unos minutos para reflexionar. Pregúntate cosas que te ayudarán a evaluar tu desempeño y las cosas que podrías hacer mejor. Por ejemplo:




  • ¿Qué logré hoy?

  • ¿Logré todo lo que quería hacer?

  • ¿Qué hice bien?

  • ¿Qué errores cometí?

  • ¿Qué decisiones tomé?

  • ¿Por qué decidí eso y no lo contrario?

  • Esas decisiones, ¿fueron efectivas?


El objetivo es ver con claridad lo bien que estás haciendo tu trabajo. Si lo haces de forma regular, puedes evaluar si estás progresando hacia tus objetivos y podrás observar más fácilmente cuáles son las áreas en las que necesitas mejorar.


Prepararse para mañana


Este simple ritual te garantiza mejorar tu productividad al día siguiente. Tómate unos minutos al final del día y di en voz alta cuáles son tus objetivos para el siguiente, aquí tendrás también la oportunidad de pensar en el proceso que te llevará a lograr todo lo que quieres hacer. Considera las siguientes preguntas:




  • ¿Cuáles son tus prioridades más altas?

  • ¿Qué tareas debes hacer sin lugar a dudas?

  • ¿Qué problemas podrían surgir?

  • ¿Qué retos podrían restarte concentración?


Por lo general, nos mantenemos razonablemente concentrados hasta que algo se interpone. Puede que sea una llamada telefónica, o un correo que absorba toda nuestra atención. Puede que te enganches en una conversación con alguien. Piensa en cómo podrías evitar estos eventos y prepárate para lo que viene.


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