13-12-2017
Hace tiempo que una marea de conductores y repartidores surgidos al calor de la revolución digital surcan las ciudades. Ahora, este colectivo se organiza para luchar contra la precariedad. Mientras en Reino Unido un tribunal obliga a Uber a reconocer a sus conductores como asalariados, en España los que trabajan sobre bicicletas o motos a golpe de aplicación móvil fundan asociaciones para defender sus derechos y protagonizan huelgas. UGT ha creado un portal web que atienda sus reclamaciones. Y compañías como Deliveroo se enfrentan a demandas de los descontentos con unas condiciones que diluyen al máximo el vínculo laboral

La empresa de reparto de comida a domicilio Deliveroo cerró eun acuerdo con tres riders —repartidores, en la terminología de esta compañía británica que en cuatro años se ha expandido a más de 150 ciudades de una docena de países— que protestaban contra una “una vinculación mercantil fraudulenta con la empresa para tratar de esconder una relación de naturaleza puramente laboral”. El pacto con la compañía impidió la celebración del juicio, pero Deliveroo se enfrenta el próximo enero a una demanda similar procedente de otros 12 repartidores Barcelona.

Deliveroo dice querer ofrecer a sus más de 1.000 riders “certeza” sobre su condición de trabajadores autónomos. “Y a la vez preservar el trabajo flexible y bien remunerado que desean”, en palabras de una portavoz de la compañía. Otra visión tiene Víctor Sánchez, uno de los creadores el pasado verano de Riders por Derechos, la asociación en defensa de los ciclomensajeros que ha surgido en Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza. Sánchez denuncia, que tras diez meses de trabajo, la empresa le echó nada más enterarse de que había creado la asociación.

“Los ciclomensajeros tenemos más que demostrado que somos falsos autónomos. Si lo fuéramos de verdad no podrían sancionarnos por no trabajar ciertos días, coger vacaciones o participar en protestas”, asegura. Los repartidores de Deliveroo también protagonizaron huelgas en verano para reclamar mejores salarios y, sobre todo, asegurarse una jornada mínima de 20 horas.

No se trata de un problema exclusivo de esta compañía. Los repartidores de Glovo, Amazon o Ubereats. Los conductores de Uber. Las limpiadoras del hogar de plataformas como Wayook o Clintu. Todas estas compañías que gozan del brillo de la modernidad se valen de aplicaciones móviles para conectar a clientes con unos trabajadores con los que se establece una relación lo más tenue posible y que se puede rescindir con un simple mensaje por WhatsApp o Telegram.

“Es urgente definir la situación de estos trabajadores. Es evidente que no son autónomos: dependen absolutamente de las empresas digitales para las que trabajan. Tras esta precariedad se esconden situaciones muy difíciles”, asegura Rubén Ranz, coordinador de www.turespuestasindical.es, la web con la que UGT quiere echar una mano a los trabajadores de estas plataformas.

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