Cuando los países del Cono Sur lidiaban con inflaciones inmanejables allá por los años 70 y 80 del siglo 20, intentaban ajustes llamados heterodoxos, porque pretendían resolver de a poco desequilibrios que necesitaban una medicina más potente. Esta heterodoxia se caracterizaba por una suerte de demasiado poco demasiado tarde, por lo que todos los agentes económicos (empresarios, consumidores, gremios laborales e inversionistas) sabían que los mismos fracasarían. Fundamentalmente porque en materia de devaluación por ejemplo se hacía una demasiado tímida, que dejaba la tasa de cambio a la zaga de la curva, algo similar sucedía con los precios relativos de bienes clave como la gasolina o las tasas de interés pasivas (¿quién va a traer sus ahorros cuando los bancos pagan 12% y la inflación es 200%?)

Lo que vimos con gran decepción el miércoles, luego de 5 horas de divagancias fue que, de nuevo el gobierno optó por la heterodoxia, pero eso si en su peor manifestación porque los anuncios en si iban más allá desde el punto de vista de su incoherencia y desconexión con cualquier asomo de racionalidad. Establecer un precio de Bs6/litro para gasolina de 95 octanos y de tan solo Bs 1,00 para la de 91 es incomprensible, a no ser que las presiones de quienes se benefician del trasiego fronterizo del producto hayan insistido en mantener su canonjía. No hay que ser pitoniso para pronosticar que la de 91 poco se verá en las bombas donde equipamos los meros mortales, y la que se expenda será objeto de un bachaqueo intenso y hasta peligroso por tratarse de combustible.

Algo similar  sucede con el nuevo esquema cambiario de La Patria. Al parecer nos quedamos con tres tipos de cambio, dos de ellos oficiales y uno el innombrable. Decimos al parecer, pues hasta el viernes en la mañana al menos, ni el Presidente ni sus ministros se habían molestado en explicar como es eso de un cambio a 10 para los afortunados importadores públicos y otro supuestamente fluctuante (¿en atención a qué?) que puede empezar alrededor de Bs 200. Aquí de nuevo pareciera que la urgencia presidencial era asegurar a quienes se benefician de ese sobrefacturación de 40% de las importaciones públicas, que su rentica queda garantizada a pesar de la escasez de dólares.

Por lo demás, el gobierno parece empeñado en seguir con la nave en piloto automático, pero emulando al co-piloto de Germanwings, Andreas Lubitz… pregúntenle a google y verán a que me refiero.

Por Aurelio F. Concheso / Ingeniero

@aconcheso