En la última década, el mundo se ha transformado significativamente. Las nuevas tecnologías e ideas están impulsando el crecimiento económico. Sin embargo, el mercado laboral de América Latina y el Caribe (ALC) no ha seguido el mismo ritmo. Los jóvenes que se incorporan hoy a la población activa se encuentran con empleos de la misma calidad que hace casi una década. Para una región que lucha contra el bajo crecimiento y la pobreza persistente, se trata de una agenda urgente.


Los empleos de calidad son importantes por muchas razones. Permiten la prosperidad de los trabajadores y sus familias, la estabilidad económica y la productividad. Ayudan a impulsar el desarrollo general de una sociedad y ofrecen vías para salir de la pobreza. Sin embargo, la región se encuentra estancada en este frente.


El Índice de Calidad del Empleo (ICE) del Banco Mundial revela una tendencia preocupante: desde 2016, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe han mostrado mejoras moderadas o nulas en la calidad del empleo, medida como una combinación de ingresos laborales, beneficios laborales, satisfacción y seguridad. Si bien países como Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador y México han experimentado mejoras modestas, el panorama general sigue siendo sombrío.


En muchos países, la calidad del empleo ha disminuido o se ha estancado, y persisten importantes disparidades de género. Las condiciones laborales de las mujeres siguen siendo peores que las de los hombres en todos los países de la región. En promedio, las mujeres tienen un 5% más de probabilidades que los hombres de tener empleos inestables.


Este problema se entrelaza con los tibios resultados económicos generales de la región. Con unas tasas de crecimiento previstas de solo el 1,9% en 2024 y el 2,6% en 2025, según el Informe Económico de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, se espera que la región registre las tasas de crecimiento más bajas del mundo. No se trata de meras estadísticas económicas, sino que representan importantes obstáculos al desarrollo, que se traducen en menos oportunidades de empleo y en el estancamiento de los salarios y las tasas de pobreza. Una de cada cuatro personas en América Latina y el Caribe sigue viviendo por debajo del umbral de pobreza, y se prevé que la reducción de la pobreza se ralentice. Cuando las economías se estancan, el potencial de su población se ve gravemente limitado.


Cuando América Latina y el Caribe mira hacia el futuro, hay oportunidades que pueden aprovecharse y que pueden conducir a la creación de los empleos de calidad necesarios, como la transición ecológica y la deslocalización. Para ello, ALC debe adaptarse rápidamente. Actualmente, solo 2 de cada 10 trabajadores ocupan puestos de trabajo que se beneficiarán directamente de una economía más verde. La Inteligencia Artificial Generativa también podría ofrecer vías para conseguir mejores empleos. Podría aumentar la productividad de hasta el 14% de los trabajadores de América Latina y el Caribe. Desafortunadamente, la inadecuada infraestructura digital significa que casi la mitad de estos trabajadores -alrededor de 17 millones- no podrán acceder a las ventajas de esta tecnología para mejorar sus perspectivas laborales y aumentar sus salarios.


Para afrontar estos retos, la región debe centrarse en áreas clave:


La primera y más importante es la educación. En la actualidad, más del 60% de los niños de 10 años son incapaces de leer y comprender un texto sencillo. Este déficit es un cuello de botella crítico para nuestro progreso futuro. Si los niños no adquieren las competencias básicas en la enseñanza primaria, todos los demás resultados educativos corren peligro. Debemos invertir en nuestros jóvenes, ampliar las oportunidades de educación técnica y terciaria, garantizando que las personas puedan desarrollar las competencias socioemocionales y digitales necesarias para adaptarse a un mercado laboral en evolución.


En segundo lugar, la aplicación de reformas del mercado laboral que garanticen salarios justos, seguridad laboral y condiciones de trabajo decentes puede mejorar significativamente la calidad del empleo. Esto implica hacer cumplir la legislación laboral y proporcionar protección social a todos los trabajadores.


En tercer lugar, mejorar la infraestructura digital y animar tanto a los trabajadores como a los empresarios a adoptar las tecnologías digitales, garantizando que la conectividad sea accesible y equitativa. Por último, estos esfuerzos deben adoptar una perspectiva de género. Es esencial promover la incorporación de las mujeres a empleos de calidad. Los países deben mejorar el acceso a servicios de atención asequibles para aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y sus perspectivas profesionales. Además, aumentar la representación de las mujeres en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) les ayudará a avanzar en sectores cruciales, reduciendo la brecha tecnológica.


Empoderar a la población de América Latina y el Caribe mediante empleos de calidad es fundamental para el desarrollo de la región.


Actualidad Laboral / Con información de Blog Banco Mundial