30-10-2017
Contra todo pronóstico, Catar, que organizará el Mundial de fútbol de 2022, anunció reformas a favor de los trabajadores inmigrantes, pero sus detractores se muestran escépticos sobre el cumplimiento de esas promesas.
Organizaciones pro derechos humanos habían alertado en numerosas ocasiones sobre las malas condiciones de trabajo de los extranjeros, comparando incluso el sistema de "kafala" (o padrinazgo) en vigor a una forma de esclavitud moderna.
El ministro catarí de Trabajo, Issa Saad al Jafali al Nuaimi, y la secretaria general de la Confederación Internacional de Sindicatos (ITUC), Sharan Burrow, acordaron días atrás una serie de reformas salariales que, si se llevaban a cabo, supondrán un cambio drástico para los cerca de dos millones de trabajadores extranjeros en Catar.
Esas reformas incluyen un salario mínimo, contratos que no pueden modificarse tras la llegada del trabajador al emirato y, sobre todo, la prohibición para las empresas de impedir que sus empleados abandonen Catar. "Es una revolución", asegura Burrow a la AFP.
Doha anunció asimismo que el Gobierno había dado su acuerdo para la creación de un fondo de apoyo y de seguro para los trabajadores.
Viejas promesas
Según Burrow, el ministerio catarí se comprometió a aplicar las reformas a partir de "los primeros meses del año que viene". Su confederación sindical había sido la primer en publicar la cifra de 1.200 obreros fallecidos en las obras del Mundial de fútbol.
El anuncio de las nuevas reformas tuvo lugar días antes del comienzo, el jueves, de una reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que podría abrir una investigación oficial sobre la situación de los trabajadores inmigrantes en Catar.
A primera vista, el emirato parece haber respondido a todas las peticiones de los críticos. Pero sus detractores observan esas propuestas con escepticismo.
"Ya hemos oído [promesas] en 2014", afirma a la AFP Moustafa Qadri, director general de Equidem, un instituto de investigación sobre los derechos humanos. Pero "las reformas son lentas, hubo cambios pero no una abolición de la kafala".
Para Nicholas McGeehan, especialista en el trabajo de los inmigrantes, "la gran cuestión consiste en saber si Catar demostrará rápidamente que actúa de buena fe y seriedad [en la aplicación] de las reformas".
"Habría sido más tranquilizador si hubiera prometido menos cosas", opina.
Críticas a la Fifa
Un nuevo factor podría resultar clave en esta cuestión laboral. El pequeño emirato, rico en gas, sufre desde el 5 de junio un boicot de varios países árabes -Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Egipto-, que lo acusan, entre otras cosas, de apoyar a grupos extremistas.
Doha ha lamentado en varias ocasiones las consecuencias del embargo, que considera como un ataque contra los derechos de sus ciudadanos.
Al modificar de forma drástica el trato dedicado a cientos de miles de trabajadores procedentes sobre todo de Asia, Catar tiene hoy una oportunidad de distinguirse de los demás países de la región.
A pesar de las esperanzas suscitadas, una organización sigue en el punto de mira de Burrow: la Federación Internacional de Fútbol (Fifa).
La Fifa "tenía el poder de actuar con eficacia [pero] permaneció al margen durante más de cinco años", afirma. "Ahora podemos esperar una Copa del Mundo [que respete] los derechos de los trabajadores", algo que beneficiará a la federación de fútbol, aunque "no haya hecho nada por conseguirlo".
Actualidad Laboral / Con información de Swissinfo