El Informe sobre el Comercio Mundial 2024 de la Organización Mundial del Comercio (OMC) explora las complejas interrelaciones entre el comercio y la inclusión en todas las economías y también dentro de ellas.
Aunque el comercio favorece el empleo y ofrece acceso a bienes y servicios más económicos, algunas personas pueden tener dificultades para adaptarse a los cambios que conlleva el aumento del mismo.
Muchos países de renta baja y media también tienen dificultades para diversificarse o participar plenamente en el comercio mundial.
Estas son los cinco principales hallazgos del informe de la OMC de este año.
El comercio y la OMC han contribuido a reducir la brecha entre países pobres y ricos
De 1995 a 2023, la renta per cápita media mundial ajustada a la inflación aumentó aproximadamente un 65%, de US$7.050 a US$11.570, mientras que casi se triplicó en las economías de renta baja y media, pasando de US$1.835 a US$5.337. Aproximadamente, un tercio de esta convergencia de ingresos sin precedentes puede atribuirse a la apertura comercial de las economías de renta baja y media.
El comercio ha contribuido a reducir la pobreza y mejorar el nivel de vida
El crecimiento económico impulsado por el comercio de los últimos 30 años ha contribuido significativamente a reducir la pobreza extrema. El porcentaje de personas en países de renta baja y media que viven en la pobreza extrema se redujo del 40 % en 1995 a menos del 11 % en 2022, mientras que la cuota en las exportaciones mundiales de estas economías se duplicó, pasando de alrededor del 16 % al 32 %. La apertura comercial tiende a bajar los precios, lo que beneficia más a los hogares de renta baja que a los de renta alta, porque suelen consumir una parte relativamente mayor de sus ingresos en bienes comercializados. Además, el comercio puede favorecer el empleo al conectar a las personas con bajos ingresos con mercados más grandes.
El comercio no conduce sistemáticamente a una mayor desigualdad de ingresos
En los últimos 30 años, el nivel medio de desigualdad de la renta mundial ha disminuido ligeramente, aunque sigue siendo elevado en términos absolutos. Aunque algunas economías se han vuelto más desiguales a medida que se integran en el mercado mundial, algunas de las economías más abiertas y dependientes del comercio son también algunas de las más igualitarias en términos de distribución de la renta y nivel de vida. Como resultado, la apertura comercial y la desigualdad de ingresos solo están correlacionadas de forma débil y negativa.
El proteccionismo comercial no fomenta la inclusión general
Las políticas comerciales destinadas a mitigar los efectos negativos de la apertura comercial mediante la protección de grupos específicos de individuos son costosas y pueden tener consecuencias imprevistas, como el aumento de los precios de los bienes consumidos por los hogares más pobres y de los costos de producción de las empresas que dependen de bienes e insumos protegidos pero más caros. Estas políticas comerciales también pueden resultar ineficaces si los socios comerciales afectados toman represalias y amenazan los puestos de trabajo apoyados por el comercio.
Los acuerdos comerciales consideran cada vez más la inclusividad
La preocupación por el impacto distributivo del comercio ha llevado a más de 310 acuerdos comerciales regionales a incluir disposiciones explícitas relacionadas con algunas de las dimensiones de la inclusividad, como los derechos humanos, los derechos de los trabajadores, la igualdad de género, los derechos de los pueblos indígenas y la participación comercial de las pequeñas empresas. Aunque quizá sea demasiado pronto para evaluar la eficacia de muchas de estas disposiciones, ampliar y reforzar la cooperación internacional, incluso entre la OMC y otras organizaciones internacionales que se ocupan de políticas complementarias, podría ayudar a aprovechar mejor los beneficios del comercio para todos.
Actualidad Laboral / Con información de Revista EyN