Una de las claves para que tu empresa funcione es la productividad del equipo de trabajo. Hay varias formas de lograr que fluya al máximo y obtener los mejores resultados.
Primero que nada, la organización. Tiene que haber rutinas establecidas para que cada quien sepa qué y cuándo, tiene que hacer lo que le corresponde; y, al mismo tiempo, tú sepas que está haciendo cada quien. Esto también sirve para ver el tiempo que toma cada actividad y así, poder ir mejorando a la hora de poner metas. También hay que priorizar y jerarquizar cada tarea.
De la mano con la organización, viene la comunicación. Principalmente, la comunicación del jefe con sus empleados. Debes ser muy claro en explicarles lo que necesitas de ellos. Esto funciona mejor si, además, les dices en qué otra área de la empresa afecta lo que hacen. Es decir, no solo el qué, si no también el porqué. La otra cara de la comunicación es la comunicación entre áreas. Que la información precisa y necesaria fluya entre todos es vital para la productividad. Si todos están en el mismo canal, es difícil que alguien se pierda.
Si logras establecer orden y tener buena comunicación, lo siguiente es fácil: resolver problemas. Siempre hay algo que sale mal, o que se tiene que arreglar. Eso puede llevar a alentar el rendimiento de toda la organización, si no se trabaja de manera adecuada. Al tener bases sólidas y gente capaz de reaccionar bajo presión, las crisis pueden ser fáciles de manejar e incluso, muchas pueden ser ya esperadas si se cuenta con buena previsión.
Herramientas de trabajo: Casi siempre solemos querer ahorrar en todo. Esto puede estar bien en muchos casos, pero uno que no se recomienda nada es en las herramientas de trabajo, sobre todo en las computadoras y tecnología. Imagínate que tienes que atender a un cliente que tiene mucha prisa, pero tu internet es lentísimo, o el disco duro está tan lleno que no funciona. Es importante invertir en lo que te va a ayudar a que las cosas se hagan más rápido, y eso definitivamente implica tener los aparatos más modernos y de mejor calidad y más si eres una empresa tecnológica.
Otro factor es cómo tratar a los empleados. Mientras estén más motivados, mejor van a funcionar. Todos somos personas y a todos nos gusta que nos feliciten, si hacemos las cosas bien. Ofrecer recompensas es un buen método para lograr que todos trabajen en equipo. Poner retos hace que el ambiente laboral sea más satisfactorio para todos. Es importante capacitar al personal, tanto a quienes están entrando, como a los que llevan ya tiempo. En todo momento hay cosas nuevas que aprender que ayudarán al negocio.
Delegar tareas: Un buen líder tiene muy claro que para avanzar necesita rodearse de los mejores; en ocasiones, de gente mejor (más inteligente, más hábil o con más conocimiento sobre un tema en particular) que el propio jefe. Contar con un equipo de personas que sepan hacer su trabajo y lo hagan bien, para que el líder se ocupe de dirigir todo lo demás. De ahí viene la importancia que tiene el saber delegar. Nadie es capaz de hacer todo, esto solo nos llevaría a perdidas económicas y de tiempo, generando estrés. Hay que pensar qué es lo que se va a delegar. Es muy distinto delegar tareas sencillas de hacer, que quizá podría ejecutar cualquier miembro del equipo, que tareas que requieren de especialidad. También hay que tener muy claro qué cosas solo puedes hacer tú, cuáles se te dan bien y cuáles no. Una vez que se decide esto, entonces se piensa a quién se le va a delegar cada responsabilidad. Por eso, tienes que conocer bien a tu equipo, saber sus puntos fuertes y débiles, de forma que todo se complemente y se haga mucho mejor.
En el caso de la competencia, hay que tomar en cuenta que lo que todos buscan es siempre ofrecer lo mejor e innovar. No te puedes quedar atrás, hay que estar pensando todo el tiempo qué y cómo podemos mejorar. Los modelos de negocio y los recursos tienen que ir avanzando conforme nosotros y la competencia lo hacen. Para eso, hacer juntas periódicas ayuda mucho.
Escucha las críticas. Tomar en cuenta lo que tus colaboradores piensan, enriquece nuestra perspectiva. Ellos pueden decir mucho de lo que les funciona o no, para ser más eficientes. Por otro lado, los clientes también pueden aportar. En vez de tomar a mal lo que te digan, aprovéchalo para mejorar. Puedes leer sus opiniones en redes sociales, pero también es importante tener un centro de atención en el que puedan expresarse libremente.
Actualidad Laboral / Con información de Forbes México