El síndrome del impostor consiste en una falta de autoestima que provoca que una persona, a pesar de sus capacidades, logros y éxitos profesionales; siente que no los merece y duda de su valía profesional. Este fenómeno afecta especialmente a mujeres, aunque algunos hombres también lo sufren. En el entorno laboral, el síndrome del impostor puede generar problemas de confianza y obstaculizar el desarrollo profesional.

Desde El Salario Emocional, plataforma digital que une a las empresas que apuestan por el talento con los proveedores que les ayudan a potenciar su estrategia de Employer Branding. Nos cuentan cuáles son los principales síntomas de este síndrome, a la vez que nos explican cómo las empresas pueden ayudar a las personas que lo sufren.

¿En qué consiste el síndrome del impostor?

- Exceso de autocrítica.
- Atribuir los logros a factores externos como la suerte.
- Miedo al fracaso, a cometer errores o a no estar a la altura.
- Perfeccionismo y autoexigencia.
- Dificultad para aceptar elogios y asumir nuevas responsabilidades.
- Sensación de fraude y desmerecimiento de la posición.

Es más habitual en sectores altamente competitivos y en posiciones de alta responsabilidad. Y, aunque cualquier persona puede padecerlo, las mujeres y los perfiles junior suelen experimentarlo más.

El papel de las empresas para minimizar los efectos de este síndrome

Desde El Salario Emocional, aseguran que las organizaciones desempeñan un rol fundamental a la hora de mitigar los efectos del síndrome del impostor. Algunas de las estrategias que pueden impulsar para lograrlo son:

- Fomentar la retroalimentación positiva.
- Crear un entorno laboral que favorezca la confianza.
- Sesiones de feedback.
- Reconocimiento de los logros.
- Programas de mentoría.
- Políticas de meritocracia para la promoción profesional.
- Formación en habilidades para gestionar el síndrome de la impostora.

El síndrome del impostor es una barrera silenciosa, que afecta a muchas personas en el ámbito laboral. Sin embargo, con las políticas adecuadas, las empresas pueden crear entornos más inclusivos, seguros y de apoyo. Que ayuden a reducir la baja autoestima y las dudas, y permitan a sus empleados/as desarrollar su potencial sin miedo ni inseguridad.

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