Con motivo del inicio del año escolar, mucho se ha escrito acerca de la importancia de la educación y en especial de su calidad. En una publicación reciente del Banco Interamericano de Desarrollo, los editores Crespi, Fernández Arias y Stein, analizan en detalle los desafíos de la América Latina en cuanto a los cambios que los países deben asumir para lograr transformaciones profundas en su estructura productiva a objeto de alcanzar tasas de crecimiento sustentables.
El desafío implica un fortalecimiento de las instituciones, entre ellas las responsables por el diseño y articulación de las políticas públicas vinculadas con la promoción del capital humano, pieza clave para lograr mejoras en la productividad laboral.
El informe recoge los grandes esfuerzos para ampliar la cobertura del sistema educativo realizados en los últimos años, dónde los estados han incrementado los recursos destinados a favorecer el acceso a la educación básica, pero que sin embargo no ha llenado las expectativas en cuanto a calidad y pertinencia, de manera que en comparación con niños de otros países, con más tradición y esfuerzo, los nuestros quedan ubicados en los cuartiles inferiores en cuanto a la aplicación práctica de las matemáticas, comprensión lectora y ciencias, que les impide la aplicación práctica de los conocimientos generales adquiridos en el sistema escolar.
De otro lado, la mayoría de los países de la región no han logrado desarrollar mecanismos que aseguren una transición exitosa de la escuela al mercado laboral, fallamos en cuanto a la formación para el trabajo, en especial cuando los cambios requeridos por los empleadores exigen flexibilidad en los esquemas de formación y capacitación, asegurando su continuidad, dónde la calidad y pertinencia de los conocimientos y prácticas trasmitidos aseguren la fluidez necesaria en el paso de una etapa a la otra. Sólo así lograremos construir el capital humano capaz de promover y estimular el aparato productivo.
Ello obliga a definir y diseñar estrategias para mejorar los esquemas de formación, para lo cual se requiere coordinar esfuerzos entre las organizaciones responsables tanto en el sector público como en el privado. Especialmente hay que lograr la comunicación entre los productores y las unidades especializadas en la capacitación a objeto de que éstos trasmitan las exigencias en contenido y pertinencia para los diferentes sectores productivos.
De otro lado, pertinencia y calidad, incluyen no solo la adquisición del conocimiento, sino comprobar en el desempeño de funciones específicas el contar con determinados valores, actitudes y formas de actuar en el ambiente laboral, que constituyen habilidades calificadas por el empleador como positivos para el desempeño.
De allí la importancia de la estructura familiar inicial, dónde se adquieren valores y actitudes en el proceso de socialización, que pueden jugar un papel importante en el comportamiento posterior, asegurando conductas, tales como respeto a las normas, valoración del trabajo, y muy importante el respeto al otro, facilitando la comunicación entre los miembros del grupo, elementos apreciados en el mundo del trabajo.
Por lo tanto contar con una fuerza de trabajo bien formada, sujeta a procesos continuos de mejoramiento se convierte en requisito indispensable para mejorar la productividad, tarea pendiente en las reformas propuestas para lograr el crecimiento sostenido del aparato productivo de la Región, que deberá caracterizarse por su capacidad de innovación, trabajo en equipo y flexibilidad para adaptarse a las circunstancias de un mundo globalizado y cambiante.
De allí la necesidad de contar con un aparato institucional fuerte, abierto al diálogo entre las partes, que facilite el planteamiento de estrategias a largo y mediano plazo destinadas a formar el capital humano, clave para generar mayor riqueza y bienestar en una población que aspira a mejoras en su calidad y nivel de vida con base en el incremento de la productividad de su fuerza de trabajo.
Nota: Banco Interamericano de Desarrollo, ¿Cómo repensar el desarrollo Productivo, Políticas e Instituciones sólidas para la transformación productiva, Editado por Gustavo Crespí, Eduardo Fernández Arias y Ernesto Stein, Washington, 2014
Maritza Izaguirre / Socióloga