Que los burócratas y los políticos se contradigan no es nada extraño. Por ejemplo, en 1988 el entonces fundador del Partido de los Trabajadores declaró: “En Brasil es así; cuando un pobre roba va a la cárcel; pero cuando un rico roba lo hacen ministro”. Esta semana ese mismo Lula da Silva, ahora Ex Presidente de su país se trató de refugiar tras la mampara de un ministerio en el Gobierno de su sucesora Dilma Rousseff, en busca de inmunidad ante la investigación que le sigue la justicia por presunta corrupción.
Lo que sí es original, es que un gobierno se contradiga en el mismo día sobre una materia tan importante como el curso de la economía del país. El martes 15 de marzo, en interrogatorio del Asamblea Nacional sobre la prórroga del decreto de emergencia económica, el Vice Presidente Istúriz, expresó su opinión de que la forma de derrotar la inflación es con más producción. No siendo economista, puede excusársele a Aristóbulo que no reconozca que la impresión de dinero sin respaldo a discreción por parte el BCV, tiene una partecita de la culpa, visto que en un año las reservas internacionales han descendido un 40% mientras que los Bs. en circulación se han duplicado. Lo que resulta inaudito y difícil de comprender, es que en ese mismo momento, su jefe, el Presidente de la República, estuviera decretando como feriados todos los días de la Semana Santa.
Utilizando a la iguana, el fenómeno del Niño y cuanto argumento baladí sirva para esconder el desastroso manejo del sector eléctrico, la fórmula que se le ocurre al Presidente es enviar a todos a sus casas, a consumir mas electricidad que la que normalmente consumen, visualizando la paralización del aparato productivo como una forma de optimizar el consumo de kilovatios. Esto sumado al hecho de que semanas atrás ya se hubiera decretado la reducción a media jornada de todas las oficinas públicas, lo que, pensándolo bien no es ni tan mala idea siempre y cuando se aplique una norma de silencio administrativo positivo, que puede contribuir a destrabar la economía.
Sería interesante recibir mayor información sobre esta novel teoría económica digna de consideración para el premio Nobel, es decir “La inflación se derrota con más producción y esa se logra mandando a trabajadores y gerentes a sus casas reduciendo así las horas anuales trabajadas”. De repente la misma puede ser un producto de exportación que sustituya nuestra menguada y desvalorizada producción petrolera.
Aurelio F. Concheso / Ingeniero
@aconcheso