26-02-2018
 

El Bolívar nace en 1879 en el Gobierno de Guzmán Blanco. 60 años después, en 1939 se le otorga al Banco Central de Venezuela el monopolio de la emisión de monedas y billetes del signo monetario nacional. Durante los 130 años que trascurren hasta 2008, nunca fue necesaria una variación del cono monetario que eliminara dígitos a esa moneda. Ésta se había mantenido, con altibajos, como mecanismo de preservar el valor de los ahorros ciudadanos. En 2008 el gobierno de Chávez llevó a cabo lo que se llamó una “reforma monetaria” pero que no era otra cosa que quitarle tres ceros a la moneda para facilitar los cálculos económicos y las transacciones bancarias. Para ese momento lo que se denominó eufemísticamente como “Bolívar Fuerte” arrancaba a una tasa de cambio de Bs. 2.30 por dólar.

En escasos, diez años, luego de que a tasa libre el Bolívar (nada) Fuerte se haya depreciado el 99.999% a unos Bs, 230.000 por dólar, se rumora que el BCV está contemplando de nuevo quitarle tres ceros a la moneda sin haber hecho absolutamente nada para corregir los desequilibrios que él, en su contubernio con el gobierno central, ha causado y que ambos siguen profundizando. Pero la noticia no sería esa, sino que quitarle tan solo tres ceros no resolverá absolutamente nada. Al ritmo de hiperinflación en que nos encontramos, y con los tiempos que ser requieren para poner en circulación los billetes de un nuevo cono monetario, sería necesario eliminarle cuando menos cinco ceros a la moneda, para que al día de hoy se regresara una paridad de Bs. Fuertes Nuevos o BFN 2.30 por $.

El motivo de todo este revuelo es relativamente sencillo pero difícil de explicar. Las plataformas tecnológicas de los bancos están colapsando por varias razones, la falta de fondos para adecuación tecnológica y sustitución de puntos de venta y cajeros automáticos dañados es una de ellas. Pero el tema más difícil de resolver es que una transacción de, por ejemplo, Bs, 20,000.00 para comprar un huevo o Bs 10,000,00 para pagar un estacionamiento ($0,10 0 $ 0,05) respectivamente, contribuyen a colapsar el sistema. Es decir, hay que ocupar los “bits” de 7 posiciones numéricas para esas insignificantes transacciones. Para transferir cantidades verdaderamente “importantes” como $ 10 o $ 100 se emplean entre 10 y 11 posiciones, multiplique eso por el número de transacciones y se dará cuenta del cuello de botella que enfrenta la banca.

Sin billetes en circulación que ya han descendido a 4.2% de la liquidez total cuando deberían ser el 10%, y con las transacciones por transferencia y débito colapsando, la premura por mochar ceros es comprensible, pero, como suele suceder con las políticas (si es que se pueden llamar así) de la actual administración, tiene en si misma la semilla de su propio fracaso.

Mientras el BCV siga aumentando la cantidad de dinero electrónico que imprime de manera exponencial, pasarán pocos meses si no semanas para que el problema vuelva presentarse. Si no lo creen, veámonos en el espejo de Zimbawe, el patrón de medida más cercano a nuestra actual situación. La semana del 9 de febrero ya el aumento interanual de liquidez iba por 1,500% y subiendo. No podría ser de otra forma mientras el gobierno siga inventando bonificaciones que se producen de la nada y tienen su déficit en un 17% del PIB. Añádale a eso el déficit de las empresas del estado que el BCV también financia, y tiene un déficit de 30% de la producción nacional de bienes y servicios o PIB, algo inusitado en nuestra historia.

Ante este panorama, quitarle tres o cinco ceros al Bolívar no servirá de mucho. Solo una reforma monetaria integral de la cual mucho hemos hablado, podrá llevar al país a ver una luz al final de este túnel hiperinflacionario que se lleva todo por delante.

Aurelio F. Concheso / Ingniero

www.laotraviarcr.blogspot.com

@aconcheso