Desde “El Caracazo”, disturbios y saqueos del 27 y 28 de febrero de1989, ha quedado presente en el imaginario nacional, el temor de “que bajen los cerros”. Es decir, que las personas de condición más humilde se enardezcan de tal manera que bajen de manera iracunda al Valle de Caracas desde sus modestas viviendas en el cordón de cerros que circundan la capital. Para un gobierno que se jactaba de que su apoyo más sólido era en las clases populares, un primer aldabonazo de que ya los cerros “no eran suyos” debe haberles registrado cuando en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, perdieron en 20 de las 22 parroquias del populoso y popular Distrito Capital, incluyendo por cierto aquella en que se encuentra el Palacio Presidencial de Miraflores.
El jueves 1° de septiembre, a 27 años y 6 meses exactos del Caracazo, los cerros volvieron a bajar, pero esta vez en sana paz, y en números sustancialmente mayores que los que se habían abocado al saqueo años atrás. En esta oportunidad, tuvieron que bajar desafiando amenazas y obstrucciones de vías por parte de un gobierno que en el ocaso de su popularidad, hizo todo lo posible por evitar que se produjera la multitudinaria manifestación de la voluntad popular policlasista, exigiendo ejercer el derecho constitucional refrendario.
Como suele suceder con las represiones a medias, lejos de lograr su propósito éstas sirvieron de acicate: Indígenas del Amazonas, al verse impedidos de cruzar en grupo el Orinoco por prohibiciones expresas que los chalaneros los trasladaran, se dispersaron buscando rutas alternas e incorporaron con ellos a mas ciudadanos en su peregrinaje; Orientales retenidos por 12 horas en Clarines, fueron acompañados por quienes ahí los habían cobijado; y residentes de las ciudades dormitorio de Los Altos Mirandinos, Vargas, Guarenas y Los Valles del Tuy, al ver su tránsito interrumpido por diversas artimañas, sencillamente dejaron su vehículos en la vía y continuaron a pie. Uno de los videos más dramáticos que circuló fue el de una multitud bajando de uno de los cerros, y un pelotón de la Guardia Nacional retrocediendo hasta hacerse a un lado para dejarlos pasar.
Tapando el solo con un dedo, desde una escuálida concentración chavista en la Avenida Bolívar, Maduro y José Vicente Rangel anunciaban por cadena de radio y TV que lo que era evidente no estaba sucediendo pues solo había 30,000 manifestantes de la oposición, mientras el Capitán Cabello exhibía un video de la Bolívar… pero de 2012. Tal vez no se daban cuenta que los drones cuyo vuelo habían prohibido para ocultar la verdad, volaban como palomas echando por tierra sus inverosímiles aseveraciones.
La mayoría de los analistas coinciden en que resolver el problema económico de Venezuela es relativamente sencillo si se resuelve el problema político. El jueves 1° los venezolanos demostraron que la ruta para hacerlo es mediante el conteo en las urnas electorales y no en confrontaciones que derivan en otro tipo de urnas, ojalá que quienes se aferran al poder hayan escuchado el clamor de los cerros.
Aurelio F. Concheso / Ingeniero
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@aconcheso