Sin duda alguna, hoy en día vivimos uno de los escenarios mas difíciles dentro del sistema productivo venezolano. Cada día crecen y aumentan los problemas laborales dentro de las empresas, bien por una realidad económica que afecta y repercute directamente en las relaciones laborales, o bien por la existencia de una excesiva protección para solo uno de los actores sociales de esa relación de trabajo, a la que ahora compararé con un "juego o partido".
Es muy común escuchar a muchos trabajadores quejarse y decir que "el empleador no hace esto, no cumple aquello, esta empresa no hace nada bien", en fin todo es su culpa, sin analizar la responsabilidad personal que tienen cada uno de ellos dentro del proceso productivo de la empresa. Pareciera que estuviesen jugando el partido obligados o con ganas de estar en la banca del juego y no comprometidos por obtener una victoria, un resultado, un provecho personal que se constituya en trabajo, producto, servicio, etc.
Es que si nos permitimos comparar el día a día que se vive actualmente dentro de cualquier empresa, pareciera que estuviésemos dentro de un "juego o partido" en el cual se disputan dos grandes rivales, el empleador y los trabajadores, y en el cual el arbitro sería el Estado. Sin embargo, hay algo que no encuadra: en este "partido" el árbitro no es imparcial, las reglas del juego tienden a favorecer solo a uno de los equipos, los trabajadores; y por otra parte los empleadores, luchan por decirle al árbitro que ellos también forman parte del juego.
En los actuales momentos, se está llevando a cabo el Mundial de Fútbol en Brasil, lo cual nos ha permitido sumergirnos un poco en esta disciplina deportiva, de allí que me permitiré tomar este escenario y llevarlo al ámbito laboral. Por un momento comparemos la relación de trabajo con un partido de fútbol, a la par de los "rivales" (trabajadores y empleadores) que se enfrentan, encontraríamos al árbitro (Estado) penalizando y sacando tarjetas amarillas, y hasta rojas, solo a uno de los equipos del juego: los empleadores, quienes cada día se sienten más arrinconados y a la vez afanados corriendo en la búsqueda y mantenimiento del balón, al cual llamaré "trabajo".
Así como el balón es el centro del partido, el "trabajo" debe ser el centro de cualquier relación laboral, es precisamente con el esfuerzo y el trabajo de cada uno de nosotros que puede mantenerse cualquier aparato productivo. Es a través del sostenimiento de ese balón, el cual implica sacrificios, retos, y un largo y agotador recorrido dentro de la cancha, que podremos marcar goles, es decir, podremos obtener resultados positivos para el equipo anotador, que se traduzcan en crecimiento y fortalecimiento del sistema económico de nuestro país.
Sin embargo, encontramos una realidad un poco desalentadora, tenemos dos equipos (empleadores y trabajadores) con ideales distintos, totalmente enfrentados, cada uno enfocado en la búsqueda de sus propios objetivos: anotar goles.
Yo les propongo algo mejor, entendamos que la relación de trabajo no es un "juego o partido" interno, que los empleadores y trabajadores no son rivales, sino que por el contrario forman parte de un mismo equipo, que cada uno pese a tener diferencias y aspiraciones distintas, como cualquier ser humano, pueden convivir en un mismo ambiente y reunirse en un mismo equipo; el partido o juego sería otro, sería un partido donde compitan empleadores o entidades de trabajo entre sí, en el que cada uno de ellos forme un equipo con sus trabajadores y salgan a jugar a ese gran estadio llamado mercado productivo, en el cual el árbitro siga siendo el Estado, quien ponga las reglas del juego, pero unas reglas que incentiven la competencia, el trabajo en equipo, la producción y lo más importante que sancione todas las conductas y prácticas antideportivas.
Yo les garantizo que el día que comprendamos que todos, trabajadores y empleadores, somos un equipo, que el día a día dentro de cada entidad de trabajo se constituya en un entrenamiento, basado en la búsqueda de estrategias que permitan ser más competitivas, que en vez de los trabajadores "quejarse" y achacar la culpa de todo a los empleadores, busquen soluciones, aporten su talento y capital humano y dejen de estar sentados en la banca del juego, a la espera de que el empleador solucione todos sus problemas, ese día el mercado productivo crecerá, se fomentará el empleo y la inversión, tendremos un "juego o partido" digno de un mundial, transparente, con reglas claras del juego, con equipos consolidados capaz de enfrentarse a cualquier crisis o problema, y sobre todo capaz de buscarle soluciones en conjunto como un verdadero equipo; en fin ese día podremos decir ¡ganamos el juego!
Por: Adriana Carvajal Bisulli / Abogada
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