Tal vez usted está familiarizado con esta experiencia: Después de una larga semana de trabajo, el fin de semana por fin llega. Es hora de relajarse. Relajarse y no hacer nada. Sin embargo, antes de las 9 am del sábado ha organizado tres citas sociales, ordenó un nuevo armario y pone en marcha otros cuatro planes que le mantendrán activo durante el resto del fin de semana.
O algo como esto ha ocurrido con usted: Son las 8 de la mañana y ya está en la oficina. En su escritorio hay una lista de las cuatro prioridades importantes del día. Su teléfono suena, contesta, y, antes de darse cuenta, son las 5 pm y es la hora de ir a casa. Su lista sigue ahí, intacta y sin cumplir.
Ambos casos son ejemplos de la adicción a la acción, una condición humana arraigada causada por desequilibrios de productos químicos en nuestro cerebro. La hormona dopamina es el jugador clave. La dopamina es altamente adictiva, producida naturalmente como una recompensa, que cuando se libera en el cerebro nos proporciona un sentido de disfrute a corto plazo, relajación y gratificación. La dopamina es el principal motor detrás de nuestro ajetreo constante. Cuando organizamos las tres citas sociales, ordenamos el nuevo armario o visitamos nuestra página de Facebook, se libera dopamina. Nos sentimos bien. Por un momento. Entonces el cerebro ansía otra dosis. Mas acciones. Y con el tiempo estamos atrapados en un círculo vicioso de acción y recompensa. La adicción a la acción está en el “hacer”. ¿Le suena familiar?
Pon a prueba tu adicción a la acción
La consecuencia de la adicción a la acción es que estamos constantemente persiguiendo victorias a corto plazo. Nos mantenemos persiguiendo detalles para estar ocupados, perdiendo así de vista los objetivos más grandes. Si usted está leyendo esto y no está muy seguro de si se aplica para usted, aquí hay una pequeña prueba que puede hacer.
La próxima vez que llegue a su oficina en la mañana, justo cuando esté a punto de entrar en acción, siéntese y mire por la ventana o a la pantalla de su computador. No actúe. No hable. No resuelva ningún problema. Solo siéntese a hacer nada durante tres minutos.
Si encuentra difícil esta prueba al estar desafiado por la inactividad, está inquieto y siente una necesidad de estar ocupado, usted está experimentando algún grado de adicción a la acción. Afortunadamente, hay una manera de salir.
Estar ocupado es la pereza moderna
La adicción a la acción es un tipo avanzado de la pereza. Nos mantiene ocupados con tareas. Nos mantenemos más ocupados, para evitar ser confrontados con cuestiones de la vida y la muerte. Como nos mantenemos ocupados con las tareas, importantes o no, evitamos enfrentar la vida. Mantenemos una distancia segura y cómoda con los temas que a veces son difíciles de ver. ¿Hemos elegido la carrera correcta? ¿Estamos lo suficientemente presentes para nuestros hijos? ¿Nuestra vida tiene propósito?
Con toda nuestra actividad creemos que nos acercamos a algo más grande. Puede que no sepamos lo que es, pero seguimos trabajando en ello. Es como subir una escalera tan rápido como nos sea posible, con la esperanza de llegar a la cima. Y algún día lleguemos. Llegamos a la parte superior en forma de un ascenso en el trabajo o una casa recién adquirida. Pero ¿cuál es el punto de llegar a la cima de la escalera sólo para darse cuenta que está apoyada en la pared equivocada?
Durante muchos años he pasado tiempo con personas que llegaron a la cima de la escalera. Viene a mi mente un CEO, que no era muy diferente a otros que he conocido. Tenía décadas de adicción a la acción en su curriculum vitae. Había llegado al tope de una compañía internacional de seguros. Había trabajado duro durante años -lo suficientemente duro como para haber sufrido dos golpes-. Pero él estaba dispuesto a recibir una paliza para asegurar su jubilación y la familia. Tristemente, su salud comenzó a fallar y no estaba seguro de qué haría a la edad de su jubilación. Y en el proceso de asegurar el futuro, en su adicción a la acción, no se había dado cuenta había perdido a su familia.
Esto no quiere decir que las actividades no son importantes. Trabajar, cocinar, limpiar y cuidar de nuestras familias y amigos son obligatorios para todos nosotros... Pero podemos optar por dejar un poco de espacio en nuestras listas de tareas pendientes.
"Hay mucha actividad, pero no estoy ocupado"
El Dalai Lama se acercaba a la ciudad. Más de 10.000 personas se reúnen para verlo. Más de 500 voluntarios, decenas de personas de seguridad y las masas de periodistas tuvieron que ser coordinadas. El hombre detrás de todo esto, Lakha. Un hombre pequeño, a finales de sus 70 y viejo amigo y compañero de estudio del Dalai Lama.
Llegué al lugar temprano, para reunirme con unos amigos y estar allí para saludar al Dalai Lama. Hubo una intensa actividad para configurar la seguridad, gestionar las multitudes y el cuidado de la prensa. En el medio de todo, Lakha estaba de pie con su traje. Caminé directamente hacia él y le hice la pregunta por defecto que todos tendemos a preguntarnos unos a otros cuando nos encontramos. Nunca le he preguntado a nadie esto desde entonces. "Hola, Lakha, ¿estás ocupado?" Lakha se volvió hacia mí, me miró con calma y dijo: "Hay mucha actividad, pero no estoy ocupado." Su presencia habló más fuerte que sus palabras. Lakha estaba supervisando un proyecto masivo con numerosos plazos y detalles que manejar. Había mucho que hacer, pero eso no le impactaba. Él no estaba ocupado.
Ese día me di cuenta claramente que el ajetreo es una elección. Podemos tener plazos, proyectos y actividades, pero tenemos la libertad de elegir si nos convertimos en adictos a la acción y ocupados perezosos, o simplemente observamos la experiencia de muchas actividades. Es una elección. Y la capacidad de tomar esa decisión viene de desarrollar una mente clara, libre de la adicción a la acción.
Hoy en día tendemos a estar ocupados, sobrecargados de trabajo y tal vez estresados. Es parte de nuestra identidad. Si estamos ocupados somos importantes. Si estamos estresados, es porque estamos comprometidos y trabajando duro. Está en el ADN de nuestras sociedades modernas. Si no estamos ocupados y estresados, no estamos trabajando lo suficiente. Algo está mal con nosotros. Pero Lakha mostró una clara alternativa; teniendo muchas actividades se puede ser altamente eficaz y productivo, manteniendo la claridad mental y la calma, sin ceder a la adicción a la acción. Al no ser existencialmente perezoso.
¿Está eligiendo estar muy ocupado?
La próxima vez que se sienta ocupado, haga una pausa por un momento y contemple: ¿Qué le mantiene ocupado? ¿Vale la pena? ¿Hay cosas que debería dejar ir? Y, ¿es su mente inherentemente ocupada o simplemente pretende serlo?
Por Rasmus Hougaard y Jacqueline Carter, Mindful / Traducción: Gladys Salazar, Addhara Bienestar Corporativo