23-01-2017
El vínculo entre la crisis de las clases medias y algunas de las sorpresas electorales de 2016 llega a través del mercado de trabajo, la alta tasa de paro y los bajos salarios de los nuevos empleos. Christopher Pissarides (Nicosia, 1948) es un experto en la materia, por cuyos estudios recibió el premio Nobel de Economía en 2010. Entre bocado y bocado, durante un almuerzo en el centro de Congresos de Davos, Pissarides pide priorizar el empleo sobre las subidas salariales y alerta del riesgo de una Europa de dos velocidades.
-¿Dejará España de ser la campeona del desempleo?
Las reformas que se han implementado en los últimos cinco años van a empezar a tener un impacto significativo sobre el mercado de trabajo, que ya está dando señales de recuperación. Una vez que mejore el entorno económico, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas, la tasa de paro debería empezar a reducirse hasta niveles razonables.
-¿Cuánto tiempo llevará eso?
Cuando uno aprueba las reformas y hasta que se implementan tarda en notarse, pero una vez que eso sucede los efectos son rápidos. Creo que dentro de un año la tasa de desempleo se habrá reducido mucho.
¿Hasta los niveles previos a la crisis, del 8%?
No, para eso hacen falta más elementos, como la recuperación de la industria, de la construcción, ver qué comportamiento va a tener el turismo, cómo maneja el Gobierno las presiones para subir salarios…
-Pues ese ha sido uno de los elementos centrales de la discusión en Davos. Que los bajos salarios explican en buena medida el auge del populismo…
Para España no es algo sencillo de resolver porque el desempleo ha sido muy elevado durante mucho tiempo. Si desde el principio impones que no puedes tolerar esos salarios tan bajos puedes acabar no integrando nunca a esos trabajadores en el mercado laboral. Para un país con tanto desempleo de largo plazo como España es mejor acelerar la creación de empleo, aunque sea con el salario mínimo, y una vez empleados aplicar políticas de mejora salarial.
-Pero sí parece haber un vínculo claro entre los bajos niveles salariales y algunas de las votaciones que hemos visto en 2016.
El caso de Estados Unidos y el voto del Brexit no son exactamente lo mismo. En EE UU, los salarios más bajos no se han beneficiado del crecimiento económico en absoluto, llevan décadas estancados, casi desde los años 60. Mientras que en Reino Unido es un fenómeno derivado de la crisis financiera de 2008. Hay un riesgo, sin duda. Pero dado que hablamos de personas que llevan mucho tiempo fuera del mercado de trabajo, es preferible reintegrarlos en la fuerza laboral y cómo voten es un riesgo comparativamente menor.
-¿Cómo influye en el mercado laboral europeo el fenómeno migratorio?
Ahí hay que diferenciar entre el grado de formación. Su impacto más notable ha sido sobre los trabajadores sin formación, porque ha provocado una reducción de salarios, es evidente. Pero los retornos en forma de reducción general de precios también les han beneficiado. Los políticos tienen que tomar una decisión, no pueden tenerlo todo. Deben decidir a qué sector de la población quieren beneficiar.
-En Europa empiezan a verse señales de inflación, ¿le preocupan?
En absoluto. Creo que hemos logrado evitar la deflación gracias a las medidas aplicadas por el Banco Central Europeo. Estamos por debajo del objetivo de precios, aunque la depreciación del euro añadirá presiones. Pero la política monetaria ha funcionado muy bien durante la crisis, al contrario que la política fiscal.
-¿Cree que el riesgo de ruptura del euro ha quedado atrás?
Las políticas aplicadas con la crisis han dividido la eurozona entre acreedores, básicamente los países del norte, y los deudores del sur. Se está produciendo una integración entre varias economías del norte, como Holanda, Finlandia o Polonia, con Alemania y casi parecen una economía única. Eso no puede hacerlo el sur. El mayor riesgo en estos momentos es una Europa, no una eurozona, de dos velocidades. La política de asilo está provocando tensiones muy serias en la Unión.
-¿Tanto como para provocar una ruptura?
No voy a contestar a esa pregunta, soy griego.
Actualidad Laboral / Con información de El País