El IPC interanual se ha moderado en España hasta el 3,2%, un dato que no se venía desde julio de 2021, mucho antes de que comenzase la guerra de Ucrania, según ha informado el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por otro lado, el IPC mensual retrocede un 0,1%, cuando se esperaba un avance del 0,6%.
Los datos mensuales muestran cuán viva se encuentra la inflación y pueden dar pistas de lo que sucederá en el futuro. Aunque los precios siguen siendo un problema notable, la inflación vuelve poco a poco a acercarse a la zona del 2% que tiene como objetivo el banco central. Es más, el IPCA de España (el índice que tiene en cuenta el Banco Central Europeo y Eurostat) se ha situado en el 2,9% en mayo, por debajo incluso del indicador que utiliza en exclusiva el INE.
De este modo, la inflación interanual se ha frenado al 3,2% en mayo, 0,9 puntos menos respecto a la tasa registrada en abril, debido fundamentalmente al abaratamiento de los carburantes y, en menor medida, a la moderación del precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas. Con el retroceso de mayo, la inflación vuelve a los descensos tras la subida de ocho décimas que registró en abril y que la situó en el 4,1%.
El INE también publica en su nota una estimación de la inflación subyacente (que no pondera alimentos no elaborados ni productos energéticos), que en mayo bajó cinco décimas, hasta el 6,1%, situándose 2,9 puntos por encima del IPC general y en su menor nivel desde julio de 2022.
Todo hacía indicar que la batalla contra la inflación estaba acercándose poco a poco a su final. Tras haber rozado el 11% interanual en julio de 2022, el IPC inició una senda a la baja -la conocida como desinflación- gracias al efecto base o escalón (la comparación del índice de precios con los niveles ya elevados del año anterior), las medidas adoptadas por el Gobierno (electricidad, combustibles...) y el relajamiento de algunas materias primas como el petróleo.
De este modo, el IPC llegó a caer hasta el 3,3% en marzo, un nivel que parecía una especie de suelo temporal para los precios, puesto que en abril el IPC dio un nuevo susto con una subida intensa. Sin embargo, el suelo de marzo se ha roto este martes con el nuevo dato preliminar que deja los precios en el 3,2%. Aunque la inflación no ha desaparecido, parece que el final de la batalla está un poco más cerca.
"Aunque las presiones inflacionarias siguen siendo muy altas, las presiones desinflacionarias están también en aumento. La inflación de precios al productor registró una caída del 4,5% en abril, lo que se espera que alivie aún más las presiones inflacionarias, especialmente en el sector manufacturero. Sin embargo, la gran pregunta es cuándo comenzará a caer la inflación en el sector de servicios", se pregunta Wouter Thiere, economista de ING en una nota recién publicada.
"La moderación de los precios de los alimentos y la caída de los carburantes posicionan a nuestro país como uno de los que tienen la inflación más baja de la Unión Europea", ha señalado la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en unas declaraciones que han sido enviadas a los medios de comunicación en forma de nota de prensa. El último dato disponible, publicado por todos los países de la zona euro, pertenece a abril. Entonces, España tenía la tercera inflación armonizada más baja de la zona euro, solo por detrás de Bélgica y Luxemburgo.
Todavía no se puede cantar victoria pese a la desinflación. Los precios siguen en niveles que superan el objetivo del Banco Central Europeo (BCE), establecido en el 2% tanto en España como en la zona euro. Lo cierto es que ahora debería entrar en juego el impacto de la política monetaria. Los tipos de interés comenzaron a subir en julio de 2022. Desde entonces, el precio del dinero se ha elevado en 350 puntos básicos. Esta política impacta con cierto retraso en la economía real (entre 6 meses y un año), por lo que debería ser ahora cuando estas subidas de tipos tendrían que comenzar a ayudar a frenar la inflación.
Aun así, esto no está del todo claro, puesto que las políticas fiscales de muchas economías, entre ellas España, siguen siendo netamente expansivas -el gasto público y los déficits siguen estimulando la demanda interna-, lo que reduce el impacto de la política monetaria, al menos en el corto plazo. El BCE ha pedido en varias ocasiones a los gobiernos de la zona euro que modifiquen su política fiscal sin demasiado éxito.
A todo lo anterior hay que sumarle la inesperada fortaleza del mercado laboral. La creación de empleo se mantiene, mientras que la tasa de paro presentan una tendencia a la baja, lo que está permitiendo que la renta de los hogares aguante mejor de lo esperado el envite de la inflación. Aunque las familias españolas son las que han perdido mayor poder adquisitivo prácticamente en toda la OCDE, la confianza que da la buena salud del mercado laboral mantiene el consumo.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista