La fortaleza mental es una disciplina, algo que se puede elegir, no una cualidad innata reservada a unos pocos privilegiados. El doctor Travis Bradberry desvela los hábitos que caracterizan a las personas fuertes para que puedas empezar a incorporarlos a tu rutina desde hoy mismo.
Todos tenemos momentos en los que la vida pone a prueba nuestra fortaleza mental: dificultades con un amigo o con un compañero, un trabajo sin futuro o una relación que no va bien.
Sea cual sea la dificultad, si se quiere sortear, hay que ser fuerte, ver las cosas desde otra perspectiva y pasar a la acción.
Parece fácil. Todos queremos tener unos buenos amigos, un buen trabajo y una buena relación de pareja.
Pero no lo es.
Es difícil ser fuerte, especialmente cuando sentimos que nos hemos quedado estancados. La capacidad de romper moldes y tomar una nueva dirección requiere unas agallas y una determinación que solo tienen las personas mentalmente fuertes.
Es fascinante cómo se diferencian las personas mentalmente fuertes de las demás. Donde otros ven barreras infranqueables, ellos ven desafíos que superar.
Cuando la fábrica de Thomas Edison se quemó en 1914, se destruyeron los prototipos únicos que albergaba y el valor de las pérdidas ascendió a 23 millones de dólares; la respuesta de Edison fue sencilla:
"Gracias a Dios, se han quemado todos nuestros errores y ahora podemos empezar de cero".
La reacción de Edison es la personificación de la fortaleza mental: la capacidad de ver una oportunidad y de actuar cuando la situación es desalentadora.
Hay ciertos hábitos que se pueden desarrollar para mejorar la fortaleza mental. De hecho, los rasgos que caracterizan a las personas fuertes son en realidad estrategias que todo el mundo puede poner en práctica de ahora en adelante. Las personas fuertes...
Son emocionalmente inteligentes. La inteligencia emocional es la piedra angular de la fortaleza mental. No se puede ser fuerte si no se tiene la capacidad de comprender y tolerar las emociones negativas y de hacer algo productivo con ellas. Cuando la vida pone a prueba tu fortaleza mental, lo que está poniendo a prueba en realidad es nuestra inteligencia emocional.
A diferencia del coeficiente intelectual, que es un número fijo, la inteligencia emocional es una aptitud flexible que se puede mejorar con comprensión y esfuerzo. Por eso, el 90% de las personas que mejor rinden en el trabajo son muy inteligentes emocionalmente y las personas con una elevada inteligencia emocional ganan una media de 28.000 dólares más que sus compañeros. En TalentSmart hemos realizado un test a más de un millón de personas y los resultados demuestran que únicamente el 36% de ellas son capaces de identificar sus emociones cuando estas se manifiestan.
Son seguras. Las personas fuertes están de acuerdo con la idea de Henry Ford de que la mentalidad influye mucho en la capacidad para triunfar. Esta afirmación es algo más que una herramienta de motivación: es un hecho. Según un estudio de la Universidad de Melbourne (Australia), las personas seguras acaban ganando un sueldo mayor que las personas inseguras y son ascendidas más rápido.
La auténtica seguridad —a diferencia de esa falsa sensación de confianza que proyectan algunas personas para enmascarar sus inseguridades— es totalmente genuina. Las personas fuertes tienen ventaja sobre las dubitativas o asustadizas porque su seguridad sirve de inspiración a los demás y les ayuda a llevar a la práctica sus planes.
Saben decir que no. Según una investigación realizada por la Universidad de California en Berkeley, cuanto más nos cueste decir que no, más probable es que experimentemos estrés, agotamiento e incluso depresión. Las personas fuertes saben que decir que no es saludable y tienen la autoestima y la previsión necesarias como para rechazar algo con total claridad.
Cuando llega el momento de decir que no, las personas fuertes evitan pronunciar frases como "no creo que pueda" o "no estoy seguro". Dicen que no con seguridad porque saben que rechazar algunos compromisos significa darle más importancia a sus compromisos existentes para tener la oportunidad de dar lo mejor de sí mismas con ellos.
Las personas fuertes también saben utilizar el autocontrol y decirse que no a sí mismas. Retrasan las autorrecompensas y evitan las acciones impulsivas que acaban siendo perjudiciales.
Neutralizan a las personas difíciles. Lidiar con personas difíciles es frustrante y agotador. Las personas fuertes prestan especial atención a sus sentimientos para controlar sus interacciones con la gente tóxica. Cuando se tienen que enfrentar a una persona tóxica, le plantan cara a la situación de forma racional. Identifican sus emociones y no permiten que la ira o la frustración alimenten el caos. También tienen en cuenta el punto de vista de la persona difícil y son capaces de llegar a un lugar común para solucionar los problemas. Incluso cuando las cosas se salen de madre, las personas fuertes no se dejan hundir por una persona tóxica.
Aceptan los cambios. Las personas fuertes son flexibles y están constantemente adaptándose. Saben que el miedo al cambio es paralizador y una de las principales amenazas a la hora de triunfar y conseguir ser feliz. Se anticipan a los cambios que están a la vuelta de la esquina y crean un plan de acción por si esos cambios llegan a materializarse.
Solo podemos ver la parte positiva del cambio si lo aceptamos. Hay que tener la mente y los brazos abiertos para reconocer las oportunidades que trae consigo el cambio y sacar provecho de ellas.
Aceptan el fracaso. Las personas fuertes aceptan el fracaso porque saben que el camino al éxito está construido a base de fracasos. Nadie llega al éxito sin primero aceptar el fracaso. Al darte cuenta de que vas por el camino equivocado, tus errores conformarán el camino que te llevará a triunfar. Muchas veces, los mayores avances se producen cuando más frustrados y estancados nos sentimos. Esta frustración es la que nos hace pensar de otras formas, ser más originales y encontrar soluciones.
No se obsesionan con los errores. Las personas fuertes saben que el estado emocional viene determinado por el objeto en el que se centre la atención. Cuando nos obcecamos con los problemas, creamos y prolongamos las emociones negativas y el estrés, que merma nuestro rendimiento. Cuando nos centramos en acciones para mejorar como personas o para mejorar nuestras circunstancias, generamos una sensación de eficacia personal que produce emociones positivas y aumenta nuestro rendimiento. Las personas fuertes se distancian de sus errores, pero no los olvidan. Al mantener una distancia de seguridad con sus errores, son capaces de adaptarse y cambiar ciertos aspectos para no volver a cometerlos en el futuro.
No se comparan con las demás. Las personas fuertes no juzgan a las demás porque saben que todo el mundo tiene algo que ofrecer y no necesitan denigrar a nadie para sentirse mejor consigo mismas. Compararse con los demás limita. Los celos y el resentimiento nos absorben la vida; nos roban la energía. Las personas fuertes no desperdician el tiempo ni la energía evaluando a los demás ni preocupándose por si dan o no la talla. En vez de perder el tiempo con los celos, canaliza esa energía en forma de aprecio. Cuando celebramos los éxitos de los demás, todos salimos ganando.
Hacen ejercicio. Según un estudio del Eastern Ontario Research Institute de Canadá, las personas que hacían ejercicio dos veces por semana durante un periodo de 10 semanas se sentían más atléticos y más competentes tanto en el ámbito social como en el intelectual. También afirmaban tener una mejor percepción de su imagen corporal y una mayor autoestima. Y lo mejor de todo es que ese aumento de la seguridad no se debe a los cambios físicos, sino a la positividad que provocan las endorfinas que se segregan al hacer deporte.
Duermen lo necesario. Todo lo que se pueda decir sobre la influencia del sueño en la fortaleza mental es poco. Cuando dormimos, el cerebro se deshace de proteínas tóxicas, que producimos durante la actividad neuronal cuando estamos despiertos. Por desgracia, el cerebro solo puede deshacerse de ellas como es debido mientras estamos dormidos, así que cuando no dormimos lo suficiente, las proteínas tóxicas se quedan en las células del cerebro y siembran el caos, ya que disminuyen nuestra capacidad de pensar; algo que ni siquiera la cafeína es capaz de arreglar.
Las personas fuertes saben que el autocontrol, la concentración y la memoria se ven mermados cuando no duermen lo suficiente o no duermen bien, así que para ellas el sueño es una prioridad.
Son positivas. En las noticias no vemos más que guerras, ataques, economías frágiles, empresas en quiebra y desastres medioambientales. Es fácil pensar que el mundo está destinado al fracaso. Y —¿quién sabe?— quizá sea así. Pero las personas fuertes no se preocupan porque no se obsesionan con las cosas que escapan a su control. En vez de iniciar una revolución de un día para otro, canalizan su energía en dirigir las dos únicas cosas que están verdaderamente en sus manos: su atención y su esfuerzo.
En resumen... La fortaleza mental no es una cualidad reservada a unos pocos privilegiados. Todos podemos conseguirla y disfrutar de ella.
Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negocios