26-10-2017
Los salarios han perdido peso dentro del PIB en las últimas décadas en las economías desarrolladas. Esta tendencia, que es producto de varios factores, está incrementando el beneficio de las rentas del capital, que cada vez se llevan una mayor porción de la tarta, mermando la remuneración del factor trabajo (precio de la actividad humana).

Aunque se ha culpado a la automatización (robots, ordenadores y maquinaria) y a la globalización de la pérdida de poder de los salarios, esta tendencia puede estar contando con la ayuda de otro factor, la concentración de poder de algunas empresas como Amazon o Google que pueden influir de forma directa en los precios y salarios del mercado creando situaciones muy lejanas a la competencia perfecta.

Sahil Mahtani, vicepresidente de investigación en Deutsche Bank, cree que “en lugar de culpar a los robots, tal vez lo que está lastrando los salarios es el creciente poder de mercado de algunas compañías”. Este economista explica que la evolución de los salarios depende directamente del crecimiento de la productividad y de los cambios en el reparto de la producción, es decir, la distribución de la renta entre los trabajadores y los dueños del capital.

Mahtani cree que los dueños del capital se llevan cada vez una mayor porción de la tarta porque “la competencia en el mercado está disminuyendo mientras que el precio de los inmuebles está aumentando con fuerza. La caída de la competencia empresarial, especialmente dado el crecimiento de gigantes como Amazon y Google, puede incrementar el poder empresarial para establecer precios y reducir la remuneración del trabajo”.

En la misma dirección se ha pronunciado también hace escasas semanas Maureen Ohlhausen, presidente de la Federal Trade Comission de EEUU, que en un discurso en la Universidad de Georgetown reconoció que el debate sobre firmas como Amazan y Google y su efecto en el mercado está abierto.

Ohlhausen remarcó que “estamos en una espiral hacia un futuro distópico donde algunas compañías de tecnología van a terminar obteniendo un control sostenido sobre nuestras vidas económicas”.

El control que ejercen estas firmas sobre proveedores es inmenso. Aunque se benefician del acceso instantáneo a una red masiva de clientes, Amazon tiene el poder de imponer cada vez unas condiciones más duras a sus proveedores, reduciendo el precio que paga a estos agentes por sus productos por ejemplo. Otro efecto que también puede estar lastrando la competencia y los salarios es la presión que ejercen este tipo de firmas sobre los comercios tradicionales y sus ventas.

Sin embargo, Amazon aprovecha su tecnología disruptiva para reducir costes como puede ser el gasto en personal o escaparates para mantener o incluso incrementar su margen de beneficios. A la postre, es el trabajo humano y su remuneración la que pierde relevancia en favor de unos pocos.

El incremento del poder de mercado

En el trabajo The Rise of Market Power and the Macroeconomic Implications, realizado por Jan De Loecker (Universidad de Princeton) y Jan Eeckhout (Universidad Pompeu Fabra), se documenta que desde los años 50 hasta los 80, los márgenes de beneficio en las empresas cotizadas de EEUU se mantuvieron estables o incluso decrecieron levemente. Sin embargo, a partir de 1980 estos márgenes comenzaron a crecer incrementándose desde el 18% gasta el 67% sobre los costes marginales.

Estos economistas destacan que uno de los efectos del incremento de poder de mercad repercute sobre el peso relativo de los salarios. Si se mide el PIB desde el lado de la renta, los salarios en EEUU han pasado de suponer el 62% del PIB en 1980 al 56% en la actualidad.

En la misma línea se pronuncia la OCDE con un trabajo titulado Inequality: A Hidden Cost of Market Power, en el que destacan que aunque varios factores pueden estar contribuyendo al estancamiento de los salarios, “cada vez más, el poder de mercado se está identificando como un contribuyente al incremento de la desigualdad”.

Los autores de este trabajo explican que la “existencia del poder de mercado tiene un efecto doble sobre la distribución de la rente, no sólo genera mayores beneficios económicos para los dueños de las empresas, sino que también impone unos precios mayores para los consumidores. El incremento de los márgenes lo soportan los consumidores como resultado de un poder de mercado que daña desproporcionadamente a los pobres que pagan más por los bienes y servicios sin recibir nada del incremento de los beneficios empresariales”.

La OCDE calcula que por cada dólar de beneficio extra obtenido como consecuencia del poder de mercado de algunas empresas, se produce una transferencia de 0,37 dólares del 90% más pobre de la población hacia el 10% más rico, que suelen ser los que poseen la mayor parte del capital.

Actualidad Laboral / Con información de Tynmagazine