Cuando nos referimos a los procesos de Extensión como una dimensión clave de las universidades, mucha gente no entiende lo que abarca, generalmente se les asocia a sólo una parte del todo, relacionándolos con actividades de formación específica y extracurricular. Sin embargo, la Extensión implica la vinculación entre la Universidad y las organizaciones a través de la Consultoría, se trata de aplicar el conocimiento relacionado a actividades de investigación a la práctica organizacional, para enriquecer o mejorar los procesos de gestión. La Consultoría se convierte en un círculo virtuoso, en una relación ganar-ganar tanto para la Universidad como para las empresas u organizaciones donde se complementa de manera perfecta la teoría y la práctica.

Actualmente la Consultoría se considera como una competencia profesional clave para el profesor-investigador responsable de la docencia. Un profesor con experiencia en Consultoría contará con más herramientas para desarrollar a sus estudiantes, en este sentido resulta especialmente útil el uso de ejemplos en los que la investigación o el desarrollo de conocimientos en una determinada área, se aplica y resulta útil para la solución de problemas específicos.

Ahora bien, el reto que se plantean las universidades es contar con un equipo lo más nutrido posible de profesores-investigadores que cuenten con las competencias necesarias para abordar y desarrollar proyectos de Consultoría, organizados en una unidad que coordine y haga seguimiento a dicha actividad. Para ello resulta útil entender lo que hemos denominado como el “Ciclo de la Consultoría”.

consultoria

El ciclo se inicia con una conexión entre el cliente (organización o empresa que lo solicita) y la Universidad como proveedora del servicio (1). En esta fase se evidencia por qué la Consultoría muchas veces raya más en arte que en ciencia. Se trata de lograr una relación cercana con el cliente que se apoya en la capacidad del consultor o equipo promotor del proyecto de “entender” o “hacerle ver” al cliente lo que necesita para resolver su problema (2). La materialización de este entendimiento de la situación es la propuesta técnica y económica que se presenta (3) y que debe consolidar esa conexión inicial en un acuerdo de servicio claro y preciso en su alcance. Establecidos los acuerdos se inicia el trabajo en sí, el elemento clave en esta etapa especialmente para la Universidad es lograr elementos diferenciadores, aspectos innovadores que permitan resolver problemas puntuales y contribuyan con los procesos de gestión (4). El producto o resultado del proceso de Consultoría debe en todo caso traducirse en un elemento de valor para la organización cliente (5). Durante el desarrollo del proyecto hay elementos que orientan la acción tanto del consultor líder (gerente del proyecto) como de su equipo, una de las preguntas clave es ¿cómo podemos agregar valor? De ser posible resulta ideal que pueda medirse cualitativa y cuantitativamente el resultado e impacto del proyecto. Esta es la manera de cerrar el ciclo en un círculo virtuoso entre el cliente y el proveedor, abriendo las puertas a otros proyectos y reafirmando que la Universidad tiene mucho que aportar a las organizaciones. Esperamos que este rol de “aliado” siga consolidándose para el bien de todos.

Josué Bonilla García / Industriólogo