Ante la grave situación, el Gobierno insiste en recuperar el aparato productivo, y para ello ha instalado diferentes mesas de trabajo relacionadas con los denominados motores del desarrollo, a fin identificar los principales obstáculos que los sectores enfrentan para incrementar su rendimiento, a fin de aumentar la producción de bienes y servicios.

Para ello, ha convocado a los representantes de las unidades productivas tanto del sector público como el privado para que se hagan presentes en las mesas y discutan la problemática del sector. Sin embargo, para los observadores no queda claro cómo y de qué manera deberán actuar los actores involucrados en el proceso, puesto que  y que se traducen en la inflación acelerada, escasez, desabastecimiento, inseguridad, falta de divisas, y el malestar generalizado por la falta de eficiencia y eficacia en la administración de los recursos públicos destinados a solventar los problemas asociados a las condiciones y calidad de vida de la población.

De allí la urgencia en presentar ante la Nación, cuales serán el conjunto de medidas destinadas a corregir el grave deterioro que enfrenta la sociedad, asociado al pobre desempeño de la economía en su conjunto, con tasa negativa en el crecimiento del PBI e ingreso por habitante en retroceso, disminuido por la inflación y el deterioro de la calidad de vida.

Sólo así estaremos en capacidad de juzgar la consistencia y viabilidad de las medidas sectoriales discutidas y aprobadas en el mecanismo de consulta establecido por el Ejecutivo, concebidas para elevar la producción de los bienes destinados a satisfacer una demanda insatisfecha, contener los precios y regularizar el acceso a las divisas requeridas urgentemente por el aparato productivo, a objeto de acceder a los insumos, equipos y partes necesarias para producir.

Lo anterior implica el diseño e implementación de un programa de ajuste, instrumento clave para lograr la cooperación internacional, puesto que se requerirán recursos adicionales en moneda extranjera, para respaldar las negociaciones asociadas a la reestructuración de la elevada deuda externa por una parte, y lograr por la otra negociar el nuevo endeudamiento con organìsmos multilaterales, destinado a financiar programas claves en la modernización de la infraestructura, el apoyo al fortalecimiento institucional de las debilitadas organizaciones, apoyo a la educación, salud, investigación y a la generación del conocimiento y a la innovación, claves para mejorar la productividad y competencia de nuestro alicaído aparato productivo.

Para ello se requiere del entendimiento entre los poderes, el diálogo constructivo y el compromiso de todos para enfrentar el desafío de aplicar las medidas necesarias para detener el deterioro y enrumbar el país en la senda del crecimiento y desarrollo económico y social, inclusivo, derrotando la pobreza y exclusión.

Maritza Izaguirre / Socióloga