El 5 de julio, a los 205 años de la firma del Acta de Independencia, un contingente de 700 mujeres tachirenses, vestidas de blanco, organizadas de manera espontánea entre si y empeñadas en conseguir comida, medicinas e insumos sanitarios para sus familias, a como diera lugar enfrentaron los piquetes de la Guardia Nacional Bolivariana en el Puente de Ureña. Ante semejante despliegue de determinación femenina, a los atribulados guardias no les quedó otro remedio que hacerse a un lado y dejarlas pasar.

Contrario a lo que luego trató de hacer ver la prensa oficialista, la actividad no fue organizada por las fuerzas opositora (la Diputada Laidy Gómez una de las lideresas tachirenses más emblemáticas de la opositora Mesa de la Unidad Democrática estaba en una actividad proselitista en la Ciudad de Colón, a más de una hora en carro de Ureña). El mensaje que se regó como la pólvora, por las redes fue: “Mujeres: vamos a mercar (hacer el mercado) en Cúcuta el 5 de julio. Saldremos a las 8 de la mañana. Vengan vestidas de blanco.”

La jornada fue exitosa, no solo porque los guardias terminaron haciéndose a un lado ante la pacífica determinación femenina, sino porque la acogida y solidaridad de los colombianos fue extraordinaria. Los transportes públicos se trasladaron al puente Santander ofreciendo tarifas reducidas a las Damas de Blanco. Muchas de ellas habían tenido que caminar horas del lado venezolano para llegar al punto de encuentro. La gran sorpresa para las compradoras era que los precios del lado colombiano para productos como aceite, granos y harina de maíz eran sustancialmente menores de los que tenían que pagarle a los denominados “bachaqueros” o expendedores de mercado informal en San Antonio y Ureña.

El siguiente domingo, al régimen venezolano no le quedó más remedio que permitir el paso peatonal de más de 35,000 venezolanos, y el siguiente fin de semana al haber cundido la noticia, 130,000 personas cruzaron entre sábado y domingo.

Alarmados ante la perspectiva de que se llegara a una situación parecida a la de la frontera entre Siria y Turquía la autoridades de ambos países decidieron suspender los operativos “hasta nuevo aviso” mientras se negociaba una reapertura más permanente. Mientras tanto en otras fronteras venezolanas el ejemplo del Táchira se repetía.

Las Damas de Blanco habían trazado el camino, pero lo que está sucediendo en la frontera es una muestra de que los regímenes que se basan en férreos controles, distorsiones de precios relativos y políticas económicas insensatas terminan siendo víctimas de su propia ceguera.

Aurelio F. Concheso / Ingeniero

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@aconcheso