El milagro del pleno empleo, con el que muchos países solo pueden soñar, está muy cerca de hacerse realidad en la República Checa, donde según los datos de agosto el paro se situaba en el 5,3% de la población activa. En algunas regiones, como Praga y Pilsen, con un desempleo del 3,9% y el 3,8% respectivamente, se puede afirmar que el que no trabaja es porque no quiere.
No se trata de una gran sorpresa: desde el fin del comunismo en 1989, cuando en Chequia nació un mercado de trabajo libre, las cifras del desempleo han permanecido siempre bajas, llegando a tan solo un 9% durante las peores crisis. La gran pregunta es por tanto qué es lo que la República Checa ha hecho tan bien para llegar a esta situación. De acuerdo con el economista de la agencia Roklen, Lukáš Kovanda, esta bendición es realmente la otra cara de la moneda de un grave problema estructural.
“En otros países el propietario de una fábrica se compraría una máquina que sustituiría a diez empleados. En la República Checa seguiría empleando a esas diez personas. El desempleo tan bajo que tenemos es a costa de tener escaso capital físico. Esto significa que allá donde el trabajo podría ser sustituido por mejores tecnologías, no se realiza la inversión necesaria. Me puedo imaginar que en Espaňa, donde tienen una economía más avanzada, por ejemplo porque no hubo comunismo hasta 1989, los medios de producción son de nivel más alto y sustituyen a más trabajadores. En la República Checa recibe trabajo más gente pero la productividad es más baja que la de los trabajadores españoles”.
De hecho la productividad en la República Checa es de 13,1 euros por hora trabajada, y en Espaňa de 32,1 euros, según datos de 2014. Esto no significa que los checos trabajen menos, sino que por cuestiones como la calidad del equipamiento con el que trabajan, el valor añadido de sus productos o los problemas de gestión, el valor de lo que producen es menor.
Empleo para todos, pero con bajos sueldos
Productividad y desempleo aparecen así íntimamente ligados y nos permiten explicar otro fenómeno del mercado de trabajo checo: los bajos sueldos. El salario medio en Chequia es de 1.010 euros brutos mensuales, tres veces menor que en Alemania o Austria, sin que en muchos casos la diferencia de cualificación justifique el desnivel.
Según Kovanda, la baja productividad checa pone un límite a lo que los empleadores son capaces de ofrecer como remuneración.
“El salario debería reflejar sobre todo la productividad, y esta viene determinada por la estructura de la economía. En nuestro caso la economía se orienta al montaje, por eso se dice que la República Checa es la sala de ensamblaje, el subproveedor, de grandes economías como la alemana. Por eso nuestra productividad cojea en cuanto la comparamos con la de otros países occidentales como Alemania, que es uno de los países más productivos del mundo. Estamos por atrás y se puede decir que en buena medida los salarios son bajos porque tenemos baja productividad”.
El ideal lo marcarían así países como Alemania, donde la productividad es altísima (42,8 euros por hora) y el desempleo se encuentra en niveles similares al checo. Sin embargo, si Chequia persiste en su modelo de proveedor de piezas para las factorías alemanas, el problema no puede resolverse.
Además, la gran participación de la industria en el total de la economía constituye asimismo un problema a la hora de mejorar los salarios, afirma Kovanda.
“La economía checa es muy dependiente de la industria, somos la economía más industrial de la Unión Europea. Y cuando se tiene una alta proporción de industria, esto significa que hay que destinar parte de los beneficios a modernizar la producción. Si lo comparamos con el sector servicios, en estos negocios no es necesario invertir en nuevos establecimientos lo que se invierte en industria, donde hay que comprar maquinaria, construir fábricas, etc. En servicios una mayor parte de los beneficios puede ir destinada precisamente a los sueldos. En la Unión Europea solo Rumanía tienen una menor proporción del sector servicios en la economía”.
Actualidad Laboral / Con información de Radio Praga