Cada vez con mayor frecuencia, la prensa recoge comentarios acerca de las repercusiones del envejecimiento de la fuerza de trabajo. Fenómeno que se agudiza en las llamadas economías del primer mundo. Preocupa en especial, sus consecuencias en el financiamiento del sistema de seguridad social, basado en la aporte directo del número de contribuyentes, el cual se reduce y ejerce presión sobre los recursos fiscales, ante la necesidad de atender a un mayor número de jubilados y pensionados. Las personas retiradas requieren además de servicios especializados, tales como la atención sanitaria asistencial, incluyendo visitas domiciliarias, lo que exige a un ajuste en la oferta de servicios y su financiamiento. Ello exige una mayor cooperación entre las entidades gubernamentales y el sector privado, en especial generando alianzas estratégicas con otras organizaciones entre ellas, las ONG especializadas.

Por lo tanto en función de la estructura demográfica, se abren nuevos retos a las políticas públicas tradicionales, puesto que si bien disminuyen los compromisos con niños y jóvenes, crece el número de dependientes mayores de los sesenta años. Esto exige enfrentar el achicamiento de la población activa, de allí la participación creciente de la mujer en la fuerza de trabajo, lo que precisa, a su vez, considerar las particularidades del género, entre ellos, los múltiples roles que cumple en la sociedad, principalmente en el núcleo familiar, lo que implica formación y calificación a fin de facilitar su incorporación y luego asegurar su permanencia, mediante la instalación de servicios, tales como guarderías, permisos pre y post natales, atención a los dependientes con minusvalía o enfermedades crónicas, horarios flexibles, entre otros, ello lleva a revisar las normas existentes en materia de seguridad social y marco regulatorio.

La movilidad de la fuerza laboral, es otra de las características del mundo del trabajo, los recursos de alta calificación se mueven de acuerdo a la demanda, y responden a las oportunidades que se abren globalmente, se mueven en función de las características de la oferta en un mercado activo, entre las cuales se consideran las condiciones y calidad de vida en el lugar de trabajo, la seguridad ciudadana, las oportunidades de carrera y remuneración, entre otros, por lo tanto cada vez más técnicos y profesionales se movilizan y trasladan con frecuencia. En este caso la mano de obra con experiencia y calificación se inserta con mayor facilidad, ocupando las oportunidades abiertas por el envejecimiento de la población en los países receptores,

De otro lado, se observa la presencia de corrientes migratorias, originadas por situaciones críticas, tal como ocurre actualmente, ejerciendo presiones adicionales a los países de destino. Lo que lleva a repensar a escala global las políticas migratorias y sus consecuencias tanto en los países de origen como a los receptores.

Se abre así el desafío a enfrenar en materia de políticas de población, consecuencia de los cambios en la estructura demográfica y sus implicaciones en la calidad y nivel de vida de cientos de millones de personas en busca de mejores oportunidades en un mundo globalizado.

Estos cambios implican ajustar los presupuestos de gasto del estado a todos los niveles, nacional, regional y local, especialmente en este nivel, es cada vez más importante el involucramiento del gobierno local, ya que por ser el más cercano a la comunidad, deberá desarrollar toda una estrategia específica para resolver progresivamente la atención de la tercera edad, por una parte y por la otra cooperar inteligentemente con el sector privado, a fin de lograr soluciones cofinanciadas.

Maritza Izaguirre / Socióloga