En las últimas 2 semanas, un total de 40.000 empleados han sido despedidos de Amazon, Microsoft y Google, una pesadilla hecha realidad para los trabajadores del sector tecnológico. En LinkedIn y otras plataformas sociales, miles de exempleados se lamentan por las formas de los despidos.
Los sentimientos de dolor y traición no son ninguna sorpresa. Durante años, la industria tecnológica fomentó entre sus trabajadores la idea de que su trabajo era algo más que una simple transacción: que formaban parte de una familia que luchaba por un objetivo común.
Los despidos han sido muy distintos de los de Wall Street, que en los últimos meses ha llevado a cabo sus propias reducciones de plantilla. Más de 15.000 empleados de empresas como Goldman Sachs, BlackRock, Citi y Morgan Stanley han sido despedidos de forma rápida y brutal.
Pero a diferencia de la tecnología, los empleos de banca se rigen por 2 factores: los logros y la naturaleza cíclica de los mercados. No se crean la ilusión de que su empleo es algo más que un acuerdo comercial.
Y ahora, cuando la primera oleada de despidos en dos décadas golpea al sector tecnológico, los trabajadores -tanto los que han sido despedidos como los que se han quedado- se enfrentan a esa dura realidad: el trabajo no tiene nada que ver con la familia.
Las tecnológicas han construido un imagen de 'familia' que ha quedado hecha añicos
Aunque Silicon Valley no es ajeno a las crisis que ha sufrido la tecnología, en la última década, algunos gigantes del sector, comenzaron a dar a sus empleados algo más que un objetivo: una sensación de seguridad.
En Google, la empresa se refiere a sus trabajadores como "Googlers", un apodo con el que se les da un sentimiento de pertenencia. En sus inicios, Google marcó el comienzo de todas las comodidades imaginables en su campus de trabajo, donde los empleados podían pasar todo el día y hasta la noche sin necesidad de salir.
Además, la compañía animaba a la gente a dar el 100% en su puesto de trabajo.
Los primeros días de Facebook, ahora Meta, estuvieron marcados por la disrupción. Pero en la década de 2010 se convirtió en un gigante por derecho propio. En su campus de Menlo Park (California), los empleados podían asistir a clases colectivas de gimnasia en uno de los gimnasios de la empresa y desayunar en una de las cafeterías. Facebook fue votado como el mejor lugar para trabajar de EEUU en 2018, en parte porque alentaba a las personas a llevar su "yo auténtico" al trabajo. La percepción externa era que la plantilla se sentía feliz, tenía éxito y había logrado el equilibrio perfecto entre el trabajo y la vida personal.
Pero empezaron a aparecer grietas: primero, en la propia empresa, que parecía sufrir un escándalo tras otro, y luego, en su cultura interna. "La presión para que actuemos como si todo fuera bien es demasiada", afirmaba una joven empleada en 2019. "No debería haber esta presión para fingir que me encanta algo cuando no lo siento así".
Ahora, en apenas meses, las mismas empresas que fomentaban esa idea familiar, la han hecho añicos. Por ejemplo, Marc Benioff fundó Salesforce bajo el lema ohana, término hawaiano que significa familia. Cuando llegó el momento de despedir al 10% de su plantilla a principios de este mes, el propio Benioff se refirió a esta idea de familia. "Los empleados afectados no son solo compañeros. Son amigos. Son familia", escribió en una carta, comparando los recortes con la muerte de compañeros.
En Meta, el CEO Mark Zuckerberg reconoció haberse equivocado en algunas grandes inversiones, sobre todo en el metaverso. En noviembre, la empresa despidió a 11.000 empleados, alrededor del 13% de su plantilla, en lo que los empleados denominaron despidos al estilo de Los Juegos del Hambre. Incluso al anunciar los despidos, Zuckerberg recurrió al lenguaje familiar, dando las gracias a los empleados despedidos por haber puesto "su corazón y su alma en este lugar".
Cuando fueron despedidos 12.000 googlers (incluyendo a una mujer de baja por maternidad con un bebé de 4 meses en casa y otra embarazada de 8 meses), estos afirmaron sentirse conmocionados y traicionados. "Me cuesta creer que después de 20 años en Google me entere de que es mi último día por correo electrónico. Qué bofetada en la cara. Ojalá hubiera podido despedirme de todos en persona", tuiteó un ingeniero de software.
Otro empleado despedido dijo: "Esto también demuestra que el trabajo no es tu vida, y que los jefes (especialmente los grandes) te ven como alguien 100% prescindible. Trabaja para vivir, no vivas para trabajar".
Los despidos masivos de Google y Microsoft son la prueba definitiva de que la tecnología ha llegado al final de una era
La toxicidad de la idea de 'familia'
La idea de que tu lugar de trabajo es como familia suena idílica. La familia es leal. Existe un sentimiento de confianza. Hay comunidad. Sin embargo, difuminar la línea que separa lo personal de lo laboral puede tener un coste.
En su libro de 2021, Out of Office, los periodistas Charlie Warzel y Anne Helen Petersen se oponen al arquetipo del trabajo como familia. "Ya tienes una familia, elegida o no. Y cuando una empresa utiliza esa retórica, está reformulando una relación transaccional como emocional", defienden.
"Puede parecer seductor, pero es profundamente manipulador y, la mayoría de las veces, un medio para justificar que se paga poco por el trabajo. La familia evoca no solo cercanía, sino una devoción y un vínculo duradero, impregnado de sacrificio: la familia es lo primero", añaden.
Tratar a una empresa como una familia puede, en última instancia, obligar a los trabajadores a ignorar su propia explotación, según los autores, y el resultado puede hacer sentir sutilmente a los trabajadores que no deben pedir tiempo libre, más dinero o plantear quejas. En otras palabras, lo que a primera vista debería ser una relación sencilla se convierte en un mar de culpabilidad.
Eden King, profesor de la Universidad Rice especializado en psicología industrial y organizativa, afirma que algunas empresas que predican la mentalidad familiar la utilizan como cortina de humo para obtener más de sus empleados. "A veces, los líderes utilizan este tipo de lenguaje de una forma que no es auténtica y, de hecho, hace que la gente se desvincule. La idea de que todos formamos parte de una familia es falsa", indica King.
Ahora imagina lo que ocurre cuando esas mismas compañías deciden que han contratado a demasiada gente al principio de la pandemia, que su cuenta de resultados se ha resentido y que ha llegado el momento de reducir el número de empleados.
"El despido no solo es impersonal, sino que puede resultar deshumanizante. Es un golpe para los que son despedidos, pero también para los que siguen en la empresa", afirma Sylvia Bonilla Zizumbo, coach de carrera y liderazgo que trabajó 17 años en Google antes de fundar su propia empresa hace 3 años.
Según Bonilla Zizumbo, hay 5 factores en juego en el lugar de trabajo: la inversión de tiempo, la contribución, la propiedad y dedicación personal, el propósito del trabajo y el rendimiento. Esos son los que nos hacen sentir satisfechos y exitosos en nuestro trabajo y nos impulsan a ser más ambiciosos y productivos.
Al mismo tiempo, se trabaja con otras personas, se establecen relaciones y se crea confianza. La parte humana del trabajo es fundamental para la empresa y es lo que mantiene motivados a los empleados.
"Teniendo todo eso en cuenta, que de repente te despidan es como una traición. Da la sensación de que todo lo que puedes hacer para controlar el resultado(tiempo invertido, contribución, dedicación, alto rendimiento y lealtad) no importa", afirma Bonilla Zizumbo.
La realidad de Wall Street
En muchos sentidos, los trabajadores del sector tecnológico están viendo una realidad que sus homólogos de otros sectores siempre han conocido. En Wall Street, los despidos forman parte de la vida tanto como los nuevos becarios.
Los despidos en Wall Street son cíclicos: los bancos sustituyen periódicamente a los trabajadores de menor rendimiento por nuevas estrellas. Los banqueros viven y mueren en función de sus evaluaciones de rendimiento, que dictan no solo la cuantía de sus primas, sino también si conservan su puesto. Esos recortes se han considerado durante mucho tiempo un componente necesario de la actividad empresarial en el mundo de las finanzas, una situación desagradable e impersonal para los trabajadores que saben lo que hay que hacer: no es más que un negocio.
"El objetivo final es generar ingresos, y así es como crece el pastel. Esto es lo que marca la cultura de estas empresas", señala Charlie Anderson, socio de la empresa de contratación Heidrick & Struggles y responsable de su práctica de banca de inversión en América.
La pandemia, y el auge de los beneficios que provocó, habían contribuido a retrasar este ciclo vital natural, pero tras un terrible 2022 en el mercado, se ha renovado el ciclo. Durante una llamada para comunicar los beneficios, el CEO de Morgan Stanley, James Gorman, indicó que los despidos del banco en diciembre fueron "atrasados."
Los últimos despidos de la banca han sido rápidos e impersonales. En Goldman Sachs, que hace poco prescindió de 3.200 empleados, algunos trabajadores fueron convocados a reuniones a las 7:30 de la mañana para comunicarles que se quedaban sin trabajo.
Algunos banqueros junior solo tuvieron 30 minutos para recoger sus mesas y salir. Un asociado de banca de consumo despedido lo describió como "el día del juicio final", en el que "cada 10 minutos oía que iban a despedir a alguien".
Del mismo modo, en sectores como la abogacía, los bufetes funcionan con un sistema de "ascenso o despido", en el que se espera que los abogados asciendan o abandonen el bufete. A los que no rinden se les "expulsa", una forma de empujarlos discretamente hacia la puerta de salida.
Cuando los tiempos se ponen difíciles, los bufetes más reacios a los despidos los ejecutan de forma encubierta tras las evaluaciones de rendimiento, una forma de reducir el número de empleados echando la culpa a su rendimiento laboral, en lugar de a las finanzas del bufete.
Sin embargo, a medida que el negocio se ralentiza en 2023, especialmente en algunos áreas como la de fusiones y adquisiciones, incluso los despachos de abogados han empezado a anunciar despidos, alegando exceso de contratación y enfriamiento de la demanda.
Un reinicio saludable
Esto no quiere decir que la mentalidad de "exprimirlos y expulsarlos" de Wall Street sea la forma perfecta de tratar a los empleados. Durante años, los banqueros junior han denunciado los estragos que el sistema causa en su salud mental, y muchas grandes instituciones financieras han tomado medidas para cambiar esta cultura.
La investigación también ha descubierto que crear una cultura de confianza puede favorecer un entorno de trabajo más sano y productivo. King, profesora de la Universidad Rice, me dijo que su investigación había descubierto que un lugar de trabajo que fomentara un nivel saludable de compromiso, pertenencia y sentimiento de apoyo e inclusión tenía muchas ventajas.
"Para mucha gente, las relaciones que tienen en el trabajo a nivel individual y la relación que tienen con la organización en su conjunto son muy importantes. Minimizar el impacto de la naturaleza de esas relaciones sería un error", afirma.
Una dinámica de trabajo ideal tiene lo que King denomina "apoyo organizativo percibido", donde los empleados sienten que su empresa se preocupa por sus necesidades, que tienen voz y que se les trata con justicia y respeto.
Pero para las personas que están atrapadas en una dinámica laboral poco saludable (o acaban de ser despedidas de una) es hora de replantearse la relación con su trabajo, según Bonilla Zizumbo.
Separar el trabajo de la identidad es crucial, como lo es tomarse el tiempo necesario para averiguar qué es lo que más te importa, qué cosas te dan más alegría y quiénes son las personas que más te importan. No pospongas las vacaciones ni la salud.
"Suele ser una de las cosas que más lamento: dar todo al trabajo, ser leal y dejar de lado las cosas importantes de tu vida personal, solo para que te despidan. El tiempo perdido no vuelve", reflexiona.
Actualidad Laboral / Con información de Business Insider