24-08-2017
Los cambios de funcionarios dispuestos por el Presidente tras la marcha del sector "duro" de la CGT supuso una profundización de las diferencias internas en el sindicalismo. Los sectores que ya habían mostrado oposición a la última marcha creen que no es tiempo de aumentar la confrontación pública
El endurecimiento del Gobierno sorprendió a la CGT y envalentonó al sector dialoguista para desactivar la amenaza de paro lanzada el martes por el moyanismo durante el acto de la central obrera en Plaza de Mayo. La idea cobró fuerza entre los "gordos" y los "independientes", luego de la decisión de Mauricio Macri de desplazar al titular de la Superintendencia de Salud (SSS), Luis Scervino, y al viceministro del Ministerio de Trabajo, Ezequiel Sabor, dos hombres cercanos al sindicalismo.
"No va a haber una mayor confrontación", anticiparon varios dirigentes sindicales consultados por iProfesional que responden a los grandes gremios grandes de servicios, como son Comercio y Sanidad.
A contramano de los camioneros y los bancarios, los denominados "gordos" ya habían planteado sus reparos a la marcha que finalmente se concretó este martes. Pero la reacción del Gobierno terminó por convencerlos de hacer valer su peso en el próximo comité confederal, que el 25 de septiembre deberá definir si van al paro. Allí ostentan la mayoría de votos.
En las últimas horas, se conoció que Horacio Pitrau reemplazará a Sabor. El flamante viceministro de Trabajo, quien tiene un buen vínculo personal con Triaca, es un abogado penalista que en la presente gestión protagonizó varias intervenciones a los gremios. Fue designado como director nacional de Asociaciones Sindicales en marzo de 2016, y es presidente del Foro de Abogados Argentinos (FORJAR) y especialista en derecho penal.
Por otra parte, Taricco, también del riñon de Triaca, reemplazará a Scervino, quien había sido director médico de la obra social del Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias (SGBATOS) y por tanto mano derecha de José Luis Lingeri. A cargo de la SSS, manejaba un presupuesto de $7.000 millones y era el encargado de regularizar la devolución de los $29.000 millones retenidos por el gobierno anterior a las obras sociales.
En ese contexto, el cambio de fusibles en el Gobierno fue interpretado como un intento de "marcar la raya" al sindicalismo. Al igual que buena parte de la cúpula, los "gordos" comparten el temor a una reforma laboral que flexibilice las condiciones de trabajo y además le quite poder de fuego a los sindicatos.
"Los muchachos le hicieron una demostración en caso de que quieran aplicar un modelo como Brasil y el Gobierno respondió más fuerte", señalaron en el sindicato mercantil, que lidera Armando Cavalieri. Y desde Sanidad aseguraron que van a seguir poniendo "límites" a cualquier propuesta que afecte a los trabajadores, aunque "sin hacer manifestaciones al cohete".
Entre los independientes tampoco hay ánimos de confrontación, aunque la medida adoptada por Macri fue considerada un "error".
"Piensan que el movimiento obrero está comprado por un cargo, pero el funcionario (Scervino) no tiene relación con todos sino con un sector", dijeron desde UPCN, el gremio de estatales. Así hicieron referencia a Lingeri, quien tuvo un rol protagónico en el acuerdo para la devolución de fondos retenidos de las obras sociales a los gremios el año pasado y que integra el núcleo de los "independientes" junto a Gerardo Martínez (UOCRA) y Andres Rodríguez (UPCN).
Rodríguez fue uno de los que el martes subió al palco y se mostró junto a una veintena de miembros del Consejo Directivo, incluido Pablo Moyano, mientras que Héctor Daer (Sanidad), Cavalieri y Martínez se mantuvieron fuera de escena, al igual que los líderes de la UOM y los del transporte. En la UOCRA leyeron la reacción oficial como una "respuesta" al sindicalismo, pero también descartaron un clima de mayor confrontación. "El paro se va a analizar en las diversas instancias, es la medida de máxima y una alternativa más", explicaron.
Mientras tanto, la dirigencia aguardará a que baje la espuma y se reunirá la semana próxima para evaluar los acontecimientos en frío. Desde el fracaso de la mesa del diálogo de la que participó la CGT el año pasado, el triunvirato entró en una crisis que aún no pudo resolver, oscilando entre la cautela y la movilización sin encontrar en ningún caso eco a sus reclamos en las autoridades. Ahora, la llegada de nuevos funcionarios y la señal de un endurecimiento de Macri despierta incertidumbre.
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