En las últimas dos semanas los precios del petróleo han fluctuado al alza, traspasando la barrera psicológica de los $ 70 para el barril norteamericano West Texas, y acercándose a las de $ 80 en el caso del marcador europeo Brent. Analistas que hasta hace poco estaban proyectando un regreso a precios por debajo de $ 60 para 2019 ahora hablan de precios en el rango de 70 y 80 y uno que otro revivió el espectro de petróleo a 100 con todas las implicaciones negativas para la economía mundial que eso significa.
El motor principal de esa alza es la reimposición de sanciones a Irán por parte del gobierno norteamericano en un momento en que los inventarios han bajado a niveles manejables gracias a los acuerdos OPEC-Rusia, y cierta prudencia por parte de los productores de esquistos independientes americanos en cuanto al ritmo de aumento de su producción.
Mas allá de Irán e inventarios, el tercer elemento es lo que todos los analistas entrevistados caracterizan como “el colapso de la producción de Venezuela” nótese que no hablan de reducción sino colapso. Esto se debe a que ellos, mejor que nadie saben que cuando taladros salen de servicio y el descenso de producción mes a mes es cada vez mayor, en algún momento la declinación natural de los yacimientos y las ineficiencias operativas juntas crean el escenario perfecto para que Venezuela desaparezca del mundo de los exportadores importantes al que alguna vez perteneció.
A eso ahora hay que añadirle las recientes acciones de embargo por parte de Conoco Phillips con las que intenta resarcirse de los $ 2,000 millones que le adjudicó el centro de arbitrajes CIADI por la confiscación del mejorador de crudos que habían construido en el marco de la apertura petrolera por un costo de mas de $ 10.000. En principio el que los tribunales solo le hayan adjudicado $2.000 millones a Conoco debería haberse visto como un triunfo para la demandad PDVSA.
Las acciones de Conoco se han concentrado en las terminales de transferencia y refinación propiedad de PDVSA en Curacao, Bonaire, y St. Estatius, islas que están dentro del ordenamiento legal holandés, país en el que a su vez el imperio de la ley funciona. Muy pocos habrán oído hablar de estas terminales, pero ellas son vitales eslabones en una logística que incluye recepción de crudos dulces norteamericanos para mezclar con los extrapesados de la Faja, y el trasbordo de tanqueros de menor capacidad a los VLCC para envíos a clientes distantes como China.
Las informaciones que han trascendido en Bloomberg, una fuente de gran respeto, indican que ante esa amenaza tanqueros que estaban en tránsito habrían regresado a puerto venezolano. En su análisis van mas allá, y mencionan que este podría ser el inicio, de las demandas que más temprano que tarde acometerán los tenedores de bonos y otras acreencias, a cuyos vencimientos el gobierno, luego de dejar de honrarlas, le ha hecho caso omiso como si las mismas no existieran.
De hecho, las especulaciones sobre si habría sanciones por la vía de embargo de compra o de venta de crudo por parte de EE. UU. han pasado a un segundo plano, cuando se vislumbra una larga cola de acreedores siguiendo la vía que Conoco escogió.
Por primera vez en la historia, Venezuela no aprovechará un alza de precios petroleros. Si el millón de barriles de producción que se han perdido estuvieran en el mercado, el ingreso adicional del país sería $ 26,000, las deudas no estarían en mora, y gran parte de los problemas económicos que nos aquejan desaparecerían. ¿Quién asume la responsabilidad de ese entuerto? Pues no luce que haya sido la iguana o un saboteador solitario el que la causó.
Aurelio F. Concheso / Ingeniero
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@aconcheso