Después de disfrutar de unos días descanso, desconectando y recargando baterías para afrontar la vuelta al trabajo, muchas personas se plantean la opción de cambiar de empleo. En la mayoría de casos, esto se debe a que las vacaciones son un período en el que las personas tendemos a valorar la situación en la que nos encontramos, tanto personal como profesional, y hacer un balance de si realmente estamos felices en el punto en que nos encontramos o queremos lanzarnos a por nuevos objetivos.
Según Carolina Collado, Business Coach de Factorial, "la vuelta de vacaciones es un momento muy natural para cambiar de trabajo o preguntarnos hacia dónde queremos dirigir nuestra carrera. Por eso, una práctica que nosotros llevamos a cabo y recomendamos es la de establecer one to ones entre los managers y los empleados. Esta práctica nos permite saber cómo se encuentra un profesional en su rol, qué necesita, cómo está, qué le bloquea. Ese engagement evita muchas veces que el trabajador termine yéndose de una empresa".
El salario
La parte económica juega un papel fundamental a la hora de cambiar de trabajo. En el actual contexto de incertidumbre generado por la guerra de Ucrania, la inflación y la crisis energética, es normal que este aspecto decante la balanza a la hora de plantearse un cambio laboral.
Por otro lado, el salario, además de ofrecer estabilidad económica, adquiere también otras dimensiones psicológicas para los trabajadores. La retribución está muy vinculada al nivel de estatus y se entiende como una manera de comprobar cuánto de valorado se está por parte de la compañía.
Los aspectos soft
La creciente preferencia por aspectos como la conciliación, la flexibilidad o un ambiente de trabajo agradable refleja que, para retener el talento, hay que ir más allá del sueldo. Cada vez son más las empresas que se están dando cuenta que sus empleados son más productivos si les dejan la libertad para gestionar su tiempo y lugar de trabajo. Al final, aunque suponga un esfuerzo inicial para la compañía, a la larga se obtiene una mayor calidad en las tareas y el trabajador percibe una mayor pertenencia a la empresa.
"Conocer a tus trabajadores es fundamental. Cómo son, qué necesidades concretas tienen en su vida. A veces buscamos mega estrategias cuando la clave es el sentido común. Conectar con los empleados como personas y entrenar a los managers para que sean líderes y no jefes", señala Collado.
El ambiente de trabajo
Pasamos muchas horas al día en la oficina o en nuestro puesto de trabajo, por ello es crucial encontrar compañías que fomenten la buena relación entre los empleados. El buen ambiente laboral afecta directamente a la productividad del equipo, ya que aumenta la motivación, reduce el estrés, genera mayor compromiso entre los trabajadores y éstos se sienten más cómodos y contentos. Para ello, muchas empresas tienden a utilizar reglas de actuación claras y justas basadas en la meritocracia y así favorecer la transparencia en la toma de decisiones.
Actualidad Laboral / Con información de El Economista